¿Qué es el sesgo de negatividad?
Las heridas de nuestro cuerpo tardan un tiempo en sanar y cuando lo hacen, volvemos a ser los mismos. Aunque hay heridas que no sanan nunca y son las producidas por las palabras. Aquel proverbio de que las palabras no duelen, cuando llegamos a la adultez descubrimos que no es cierto. Las lesiones en la piel tardan en sanar, pero se curan, mientras que un comentario de negatividad se puede padecer de por vida. El sesgo de negatividad, nos ayuda a comprender por qué nos afectan mucho más las emociones negativas que las positivas.
¿Por qué nos afecta el sesgo de negatividad?
Nuestro cerebro está programado para recordar lo negativo, anteponiéndose a lo positivo. El sesgo de negatividad hace que exageremos cuando estamos en peligro o le demos más énfasis a una amenaza. Sin embargo, este sesgo de negatividad ayudó a muchísimas personas a superar lo que creían insuperable. Sucesos como guerras, hambre, desastres naturales o plagas. El ser humano está preparado para enfrentar las contingencias y a su vez superarlas.
Es parte de la evolución, nuestro cerebro, posee tres alertas para enfrentar situaciones peligrosas. Los ganglios basales, el sistema límbico y la corteza prefrontal.
Los ganglios basales controlan nuestra respuesta ante un acecho, nos ayuda a luchar o huir. El sistema límbico maneja nuestras emociones y nos facilita la comprensión de una situación peligrosa a la que tenemos que enfrentar. La corteza prefrontal permite que pensemos lógicamente en respuesta a la amenaza que nos acecha.
El sesgo de negatividad según la psicología
Según Roy Baumeister, psicólogo social de la Universidad de Queensland, los antiguos humanos que tenían el sesgo de negatividad, estaban más preparados para sobrevivir. Desde niños, aprendemos a enfocarnos más en lo negativo que en lo positivo. Un niño presta más atención a la imagen de un animal peligroso que a uno amigable.
Sin embargo, el sesgo de negatividad puede resultar perjudicial en nuestra vida diaria. Puede salvarnos en situaciones peligrosas, pero estas no ocurren en el día a día. Cuando los eventos negativos son más importantes que los positivos, vivimos con miedo y hasta puede inducirnos a la depresión.
Lo negativo adquiere una forma desproporcionada en nuestro cerebro y termina distorsionando nuestra visión de las situaciones que vivimos. Un ejemplo de ello son las noticias. Al abrir un periódico nos centramos en las más negativas, y hasta las comentamos con otras personas.
Según la psicología, las emociones negativas permanecen más tiempo en nuestro cerebro que las positivas. Y no es que duren más, sino que nuestro cerebro las procesa de esa forma. Un comentario negativo sobre nuestra persona, puede dejarnos una herida que llevaremos de por vida sin cerrar. Las palabras de las personas que amamos tienen mucho más impacto que las de otras personas.
Por lo tanto, lo más recomendable es, centrarnos en el sesgo de negatividad y reconocerlo para poder beneficiarnos de él y que no nos perjudique. Anular lo negativo y acentuar lo positivo para ayudarnos en lo cotidiano de la vida diaria.