Woolim: la tablet norcoreana
Cuando se inventó la imprenta, uno de las principales funciones que tuvo cuando se estableció fue la de ofrecer propaganda política en favor de ciertos intereses. Pues esto es algo parecido; Woolim, una tableta norcoreana, actúa como una plataforma de propaganda en favor de la República Democrática de Corea (RPDC).
«Está bastante… ‘bloqueada'», afirma el investigador Florian Grunow en declaraciones a Motherboard. El hardware de la tablet está construido por el fabricante chino Hoozo, pero el gobierno norcoreano ha eliminado algunos componentes, como el Wi-Fi o el Bluetooth, e introdujo su propio software.
La tablet, basada en el sistema operativo Android, fue entregada por una ONG de Corea del Sur a un grupo de investigadores, que publicó el estudio en Red Star OS. Woolim se cree que no es la única tablet norcoreana, pero sí parece ser la más reciente: fue lanzada al mercado en 2015.
La tablet tiene varios archivos PDF sobre cómo utilizara; varios textos propagandísticos, así como la capacidad de reproducir la televisión local y la conexión a internet propia del país, y también viene con una serie de aplicaciones educativas, tales como diccionarios franceses o rusos. También hay aplicaciones para los más pequeños, enseñándoles a escribir con teclado o con algún videojuego -hay una especie de Angry Birds, que ha sido ligeramente personalizado-.
El dispositivo sólo permite reproducir las aplicaciones predeterminadas: los usuarios no pueden añadir nada extra. «Esto afecta a todos los archivos, incluso los HTML y los archivos de texto», afirma Florian Grunow. Cuando un usuario trata de abrir un archivo, la tableta comprueba la firma criptográfica de este; a menos que sea un archivo generado por el propio gobierno, no se abrirá.
Woolim también mantiene un control exhaustivo sobre lo que hace el usuario. Cada vez que se abre una aplicación, la tablet toma una captura de pantalla. Estas imágenes están disponibles en otra aplicación, pero no se pueden eliminar.
Sin embargo, no sería accesible para todos los norcoreanos. El producto costaría construirlo entre 160-200 euros, por lo que su precio de venta sería casi un artículo de lujo para la población de Corea del Norte. «El público es, sin duda, gente con dinero», agrega Florian Grunow.