Unos macacos consiguen controlar un brazo robótico con su cerebro
Un equipo de neurocientíficos de la Universidad de Chicago ha desarrollado un brazo robótico para que tres macacos rhesus amputados pueda controlar a través de sus pensamientos. Uno de los hechos más curiosos es que los simios comenzaron a crear nuevas conexiones neuronales después de 40 días de aprender a utilizar el brazo robótico. Cabe explicar que la amputación fue por causas naturales y no para realizar el estudio.
«El aspecto más novedoso del estudio es que los amputados crónicos y de largo plazo pueden aprender a controlar una extremidad robótica, y también la plasticidad del cerebro sobre la exposición a largo plazo, viendo qué pasa con la actividad de la red neuronal mientras aprendían a controlar el dispositivo», afirma Nicho Hatsopoulos, profesor de biología y anotomía del organismo, y uno de los autores del estudio.
Los monos fueron recompensados con zumo de frutas si, con sus pensamientos, movían el brazo robótico y cogían una pelota. Dos de los monos tenían el electrodo implantado en el lado del cerebro opuesto, o contralateral, de la extremidad amputada. El tercer animal tenía electrodos implantados ipsilateralmente, en el mismo lado que la extremidad amputada.
Utilizando electrodos para registrar la actividad de las neuronas en el cerebro, los científicos gradualmente vieron cómo los patrones de actividad cambiaban a medida que los monos comenzaban a dominar la nueva habilidad. Los cerebros de los monos con electrodos contralaetrales vieron que ciertas porciones de neuronas «crecían» en densidad a medida que avanzaba el entrenamiento.
Pero los investigadores observaron algo aún más increíble en el cerebro del mono con el electrodo ipsilateral. Las conexiones aquí eran más densas al comienzo del experimento ya que el mono usaba más fácilmente el brazo en ese lado del cerebro. Primero hubo un desvanecimiento de las neuronas, y después se fueron reconstruyendo en una red más densa.
«Eso significa que las conexiones se estaban desvaneciendo a medida que el animal intentaba aprender una nueva tarea, porque ya hay una red que controla algún otro comportamiento», afirma uno de los autores, Karthikeyan Balasubramanian. «Pero tras unos días, comenzó a reconstruirse una nueva red que podía controlar tanto la extremidad intacta como la neuroprotésica».