Un obispo se disfraza de indigente para dar una lección de compasión
Iba a ser una misa como tantas otras para los integrantes de una congregación mormona en Estados Unidos pero se convirtió en toda una lección de compasión.
Los miembros de esta congregación se dirigían a misa cuando se toparon con un indigente en la puerta de la iglesia.
Hasta cinco personas le pidieron que se marchara fuera de la propiedad eclesiástica ubicada en Taylorsville (Salk Lake City), algunos le dieron dinero y la mayoría pasaron indiferentes, como si no existiera.
Durante el servicio religioso, el indigente se dirigió por el pasillo hasta el pulpito central ante la atenta mirada de desconcierto de los asistentes, se quitó el disfraz y desveló su identidad. Se trataba del obispo de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. En ese mismo instante las caras de desconcierto pasaron a transformarse en vergüenza por no haberle hecho caso o ni siquiera haberle saludado.
Jaimi Larsen, que estaba en la congregación, se sorprendió. «Comencé a sentir vergüenza porque no saludé a este hombre… Estaba sucio, paralítico, viejo. Estaba murmurando para sí mismo”.
El obispo ha explicado a los medios locales que quería enseñar a su congregación lo que era la compasión. Para llevarlo a cabo y que fuera totalmente convincente, contactó con un artista de maquillaje para que transformara su rostro en uno diferente que ni siquiera reconociera su familia. Tan sólo contó su idea a su segundo consejero. «Lo que quería demostrar principalmente era que no necesitamos juzgar tan rápido», confesaba. «Muchos en realidad desviaron su camino para desdeñarme a propósito y ni hablar de que hicieran contacto visual». «Me hubiera gustado acercarme y decirles ‘feliz Día de Acción de Gracias’. A muchos de ellos no les hubiera pedido comida o dinero, y su incapacidad para siquiera saludar fue muy sorprendente».
Lo que más sorprendió a este obispo fue la reacción de los más pequeños. «Estaba impresionado por los niños. Podía ver en sus ojos que querían hacer más», comentaba.
Pero la intención no era avergonzar a los fieles, aseguraba el obispo, sino recordarles que hay que ser amables con todas las personas en los caminos de la vida, no sólo en los días festivos.