Según esta investigación los niños expuestos a un entorno violento mostraban mayor actividad en las zonas del cerebro relacionadas con los trastornos ansiedad y la detección de amenazas, efectos que coinciden con los que sufren los soldados en situaciones violentas de combate. Este estudio muestra cómo el cerebro infantil se adapta a estas situaciones tempranas de abuso. En el estudio participaron 43 niños con una edad media de 12 años. Veinte de ellos habían sido víctimas de violencia familiar, documentada en los registros de los servicios sociales de Londres.Los otros 23 niños no habían experimentado abuso o violencia en sus hogares.Todos los niños estudiados estaban sanos y ninguno mostraba síntomas de enfermedades mentales.
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