Los filtros faciales pueden causar depresión
Con el auge de las redes sociales y los teléfonos móviles de última generación, la fotografía digital dio un salto cuántico. Las cámaras integradas a los smartphones son cada vez más precisas y permiten tomar fotos con el mayor de los detalles. Con toda esa tecnología, aunada a las redes sociales, surgen los filtros faciales y corporales. En un principio solo eran para retoque fotográfico, aunque con el tiempo se perfeccionaron tanto, que permite crear las fotos ideales de una persona. Sin embargo, la realidad y el espejo, muestran otra imagen diferente.
Los filtros faciales de las redes sociales y sus consecuencias
Los últimos filtros que se ofrecen por Internet, aumentan el tamaño de los ojos, afinan la nariz, disponen de labios más carnosos, piel más rosada o pómulos más prominentes. Además de parecer más jóvenes, afinando la cintura o disimulando arrugas. Todo ello en pos de lograr una imagen ideal de uno mismo, pero que en la realidad no es igual.
Este nuevo furor por tener una fotografía de nuestro rostro perfeccionado, llegó a las clínicas de cirugía plástica. Incluso fue un cirujano plástico del Reino Unido quien le puso nombre a este furor, “dismorfia de Snapchat”.
¿Qué es la dismorfia de Snapchat?
Antiguamente, las personas llegaban a las clínicas plásticas con la foto de alguna celebridad como modelo para hacerse una cirugía. Sin embargo, eso cambió. Hoy llegan con una fotografía propia en el móvil. Pretenden parecerse a esa imagen ideal de ellas mismas con el retoque realizado por los filtros.
Según los psicólogos, esta dismorfia de Snapchat tiene consecuencias que, con el tiempo, conducen a la depresión. No conseguir parecerse a esa imagen estereotipada de uno mismo, conduce al aislamiento, la baja autoestima y desencadenar problemas más graves.
Las adolescentes son las más vulnerables. Principalmente por ser quienes más utilizan las redes sociales. Según la organización juvenil inglesa Girlguiding, más del 70% de las niñas entre 11 y 21 años, publican sus fotos retocadas por alguno de los filtros faciales. El problema resulta cuando deben presentarse en persona y la otra persona percibe que no son iguales a la foto.
Como resultado, la mayoría de las veces no quieren interactuar con jóvenes de su edad o su círculo social para ocultar esta realidad. Esto conduce al aislamiento e incluso, a trastornos más graves.
Algunos países estudian la forma de imponer regulaciones. Noruega, Israel, Gran Bretaña y Francia son algunos de ellos. Aunque la legislación influye sobre el etiquetado de la fotografía cuando se usa con fin publicitario. En el caso de las selfis privadas, una regulación del estado podría tomarse como censura. De esta manera, el problema sigue sin solución.