Los datos biométricos vs. los derechos humanos
Según la Biblia, Dios creó al hombre y la mujer para que ejerzan su libre albedrío. Aunque, ese libre albedrío actualmente se ve amenazado por la Inteligencia Artificial. La toma arbitraria de datos biométricos por parte de los Estados, para mayor seguridad, puede ser usada también en forma represiva.
Muy similar al Gran Hermano de Orwell
Como en la novela de George Orwell, “1984”, donde el Estado ejercía el control totalitario. No solo de las personas, sino también de las ideas. Ese Gran Hermano de Orwell, todo lo sabe y todo lo ve. Cuando analizamos ese mundo distópico de Orwell, puede que encontremos similitudes con el presente de la humanidad.
En Oriente Medio está cada vez más presente el uso de la tecnología que obliga a los ciudadanos a entregar sus datos biométricos. Qatar, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos, obligan a sus habitantes a entregar sus datos biométricos para tener acceso a los servicios públicos que brinda el Estado. Yemen e Irak, los recaban para sus padrones o registros electorales.
Es cierto que esto proporciona a las personas una mayor seguridad. Aunque, junto a las cámaras de vigilancia dispersas en las ciudades, estos datos pueden usarse de “otra” forma. De este modo, el Estado tiene conocimiento total de lo que una persona hace durante el día. Donde fue, con quién se reunió, qué lugares visitó, entre otras cosas.
El registro de los datos biométricos
El parecido de esta tecnología con la novela de Orwell es inquietante. Tanto que despertó la alarma en las distintas organizaciones de Derechos Humanos. Sabemos que la identificación por medio de huellas dactilares se utiliza desde el siglo XIX. Asimismo, el ADN, desde la década de 1980.
Sin embargo, los datos biométricos son algo más sensibles, que tocan la intimidad de las personas. Esta información, hoy es muy amplia, incluye el escaneo de iris, la forma que tienen los lóbulos de las orejas, e incluso hasta la forma en que la persona camina o se mueve.
Un ejemplo de escaneo de datos es cuando usamos la huella dactilar para desbloquear nuestro teléfono móvil. Pero de esa misma manera, cualquier estado puede emplear la identificación biométrica remota para recabar datos sobre una persona y compararlos con enormes bancos de datos que tienen en sus archivos.
En el último lustro, el potencial del software para el reconocimiento de patrones sobre las personas, creció en forma exponencial. Actualmente, tener un archivo con grandes cantidades de datos sobre cada uno de los ciudadanos, es más barato y posible.
La Unión Europea analiza y debate en la actualidad, lo que puede ser la primera legislación sobre Inteligencia Artificial. Uno de los puntos más sensibles es el uso de los datos biométricos por parte de los Estados. En otros países, como Estados Unidos, Amnistía Internacional pidió la prohibición del uso de los sistemas de reconocimiento facial en forma inmediata, así como la identificación biométrica remota.
El mundo está cambiando y muchos países con regímenes autoritarios pueden usar estas tecnologías para perseguir a sus oponentes. ¿El mundo del futuro será como lo imaginó Orwell?