Se cree que las piñas se originaron en América del Sur, aunque la primera constancia de esta fruta es en 1492, en la isla de Guadalupe, descubierta gracias a los europeos. Sin embargo, la popularidad de la piña llegó en 1600, cuando llegó a Inglaterra y se convirtió rápidamente en un elemento imprescindible para los ricos. Tenía un valor (actual) de unos 7.500€ cada una, y sólo la más absoluta élite podía permitirse el lujo. De hecho, según afirman algunas fuentes, ésta no se comía, sino que era paseada bajo el brazo en fiestas para alardear de la riqueza del que lo portaba, como símbolo de estatus.
En el apartado alimenticio de la piña, si alguna vez la has comido, quizá has sentido picor, rugosidad y una sensación áspera en la lengua. ¿Por qué sucede esto?
Resulta que la piña contiene una sustancia llamada bromelina, una mezcla de enzimas que digieren las proteínas. A pesar de que este elemento fue aprobado como antiinflamatorio, además de tener otros beneficios para la salud, cuando entra en contacto con la piel de la boca y alrededor de esta, ‘ataca’ a las proteínas allí localizadas, dejando la zona dolorida e inflamada.
Así pues, si la piña es tu fruta favorita, que sepas que cada vez que la comes, intenta devorarte la boca. Bueno, quizá quede algo dramático… pero así es más fácil captar la idea.
