La momia del Papa Formoso fue sentada en el banquillo en un juicio de la Iglesia
El Papa Formoso (816-896) cuenta en su currículo el haber sido el único Pontífice desenterrado para regañarle. Formoso coronó emperador del Sacro Imperio Romano Germánico a un tipo llamado Arnulfo de Baviera, hecho que enfadó mucho a Lamberto de Espoleto, otro pretendiente a la corona imperial. Habían pasado 9 meses desde el entierro del pontífice cuando Lamberto recuperó el control de Italia y exigió al Papa reinante, Esteban VI (sucesor de Formoso), que desenterrara a su predecesor y que éste fuese llevado a juicio. Fue el principio del célebre y bizarro espectáculo judicial conocido como Concilio Cadavérico, o Sínodo del Terror. En unas condiciones fáciles de imaginar, Formoso, hecho un manojo de nervios, piel y huesos, fue sentado ante un tribunal. Como es difícil sentar a un muerto, le tuvieron que atar al sillón, para que no se escurriera. Se inició un interrogatorio a la momia, que, por supuesto, se negaba a responder. Fue declarado culpable, e indigno servidor de la Iglesia. Luego vino lo de despojarle de las vestiduras, del solideo y de todos los símbolos de su reinado. Fue la momia pontificia más cansada de la que se tienen noticias.