Hacer que los pasajeros embarquen rápida y eficazmente es tan complicado que ni siquiera un astrofísico ha podido dar con una solución óptima.
El astrofísico, Jason Steffen de la Universidad de Illinois, dedica su tiempo a estudiar elementos complejos como partículas y átomos, pero un día que esperó varias horas para coger un avión decidió idear un modelo de embarque para que la gente entre en el avión y se siente más rápidamente. «Se me ocurrió que tenía que haber una mejor manera», explicaba.
Tras hacer unos primeros cálculos, dedujo que el mejor sistema de embarque es hacer entrar primero a aquella gente cuyo asiento está en ventanilla, después a los de los asientos del medio y por último a los de los pasillos. Pero esta solución se encontró con un problema: los pasajeros tendrían que embarcar en estricto orden lo cual podría igualmente retrasar el embarque, siempre hay alguien que no está o que se cuela.
Aun así, las aerolíneas siguen buscando la manera perfecta de embarcar, sin complicaciones y rápida.
La mayoría aplican un esquema en que los pasajeros de primera clase o los de la clase de negocios embarcan primero. Otras realicen el embarque desde las filas de atrás hacia delante, incluso hay algunas que tienen speedy borading (embarque rápido) para aquellos clientes que han pagado más.
Estas medidas parecen detalles, pero son más importantes de lo que se piensa. A todos nos gusta embarcar los primeros, para colocarnos tranquilamente antes del despegue y sobre todo para tener espacio en el compartimento superior. Y por otro lado, a las aerolíneas también les interesa ya que cada minuto que un avión está parado en la pista incrementa la probabilidad de que el vuelo se demore, lo que perjudica las evaluaciones de puntualidad de la aerolínea y deriva en que los pasajeros pierdan sus vuelos de conexión. Además, a las líneas aéreas les cuesta dinero cuando sus vuelos se retrasan.
