El museo del ‘fail’ en Suecia: un vistazo a las peores ideas comerciales
Samuel West es un investigador y psicólogo obsesionado con los ‘fails’; llega a tal nivel, que los ha recogido y ha expuesto su colección. El ‘Museum of Failure‘ es una oda a las ideas más absurdas y divertidas que han adoptado las empresas como, por ejemplo, una lasaña marca Colgate o un perfume Harley Davidson.
Samuel no ve en ello una derrota propiamente dicha, va más allá: para él, es el punto álgido de occidente. Según cree, cada fracaso es singularmente espectacular y particular, mientras que el éxito es nauseabundamente repetitivo. La verdadera innovación, dice, requiere aprender de las complejidades de cada fracaso, una habilidad que la mayoría de las empresas no logran perfeccionar.
Así que ahora solo queda realizar nuestro tour virtual a través de este museo que mezcla lo estrambótico con el fracaso.
Coca-Cola BlāK, un refresco de la empresa norteamericana con sabor a café, que duró solo dos años -de 2006 a 2008-.
Harley Davidson, la marca motociclista de culto, hizo su propio perfume «Hot Road».
La N-Gage de Nokia. Yo tengo una, aún, perdida en el cajón. En cierto modo podríamos decir que pudo inspirar a la tecnología actual, que mezcla terminal móvil con soporte de videojuegos. Sin embargo, no era demasiado cómoda, y su catálogo de videojuegos era demasiado escaso.
El Twitter Peek fue algo similar. Lanzado en 2008, el dispositivo tenía solo la misión de ser usado en Twitter. Fracaso total.
Blockbuster. Vale, no es un «objeto» en sí mismo, pero sí supuso un movimiento empresarial que destrozó por completo la compañía: un CEO promovió el streaming y la directiva de Blockbuster rechazó la idea. A día de hoy, aquel empresario gana millones de dólares gracias a Netflix, mientras que Blockbuster cerró en 2013.
Kodak no tuvo una buena adaptación al mercado digital, y prefirió centrarse en la impresión. Se declaró en quiebra en 2012, meses antes de que Facebook comprara Instagram por mil millones de dólares.
También hay lugar para lo tétrico, como esta máscara aterradora promovida por la actriz Linda Evans en 1999, que supuestamente embellecía eléctricamente la cara con varios usos al mes.
Pippin, la consola fallida de Apple