El agua embotellada es el truco publicitario del siglo
No te sientas culpable. ¿Tú también tomas agua embotellada? Vamos, mucha gente lo hace. No importa que el agua del grifo sea totalmente saludable… y gratuita. O casi. Y además, no viene con un envase plástico que terminará contaminando el planeta. Entonces, ¿por qué se gastan, en promedio, 12 mil millones al año en agua embotellada en EEUU, y muchos otros millones en todo el mundo? Tal vez sea porque el agua embotellada es el truco publicitario del siglo. Eso explica que un futuro próximo el agua embotellada supere al consumo de las bebidas gaseosas.
Agua para todos
Este mercado mueve 1.600 millones de libras esterlinas al año en el Reino Unido. Allí, el agua corriente del grifo tiene altísimos estándares de calidad. Está sujeta a rigurosos controles y es gratis. ¿Inexplicable? No para Richard Wilk, profesor de antropología de la Universidad de Indiana en Estados Unidos. Dice que el agua embotellada es mejor ejemplo para mostrarnos cómo funciona el mercado capitalista global hoy en día. Él considera que lo que se compra es libertad de elección. Solo así se explicaría el hecho de pagar por algo que puedes tener gratis.
Pero hay otras razones, claro. La publicidad, por ejemplo. El agua embotellada es el truco publicitario del siglo porque sabe asociar su producto a los conceptos de salud y sofisticación. Es célebre el eslogan de la marca Evian: Live Young («vive joven»). Según la empresa expresa los valores de la marca, entre los que se incluyen origen, salud y juventud.
Se suele vender como una alternativa saludable. ¿Alternativa a qué? No al agua del grifo, por supuesto. Prefiere oponerse el agua embotellada a las azucaradas y gaseosas. Es una batalla menos compleja y más aceptable. No quieren competir con el agua de grifo. Tanto en el Reino Unido como en los Estados Unidos, el agua corriente pública es de una calidad excepcional. En el 2012, Drinking Water Inspectorate, el organismo británico que se encarga de la inspección de aguas, publicó muestras de 1,9 millones de pruebas en Inglaterra y Gales. Mostraron un cumplimiento del 99,96% de las normas legales. Tal y como ilustraba la revista The Ecologist, destacando que en los últimos veinte años el porcentaje de cumplimiento de los estándares del agua en Inglaterra supera el 99%.
Uno se deja llevar por lo que ve. Allí radica la importancia del embalaje. Lo sabe la empresa que vende el agua mineral noruega Isklar. Insisten en su calidad de «glaciar puro» helado y prístino. En Reino Unido Highland Spring se jacta de que «todo lo que hacemos es embotellar productos de agua de fuentes naturales”. De tanto decirlo, uno termina creyéndolo.
No lo que es, sino lo que ves
Esa publicidad contrasta implícitamente la pureza del producto con la artificialidad de la vida moderna. Comprar agua embotellada nos permite transmitir nuestra individualidad. Y nos deja exhibir la forma en la que cuidamos nuestro cuerpo y el medio ambiente. Es curioso que, a pesar de eso, el plástico de las botellas resulte tan perjudicial para el medio ambiente.
Hay voces que ya se alzan. La revista The Ecologist calificó de escándalo nacional la «obsesión» del público occidental con el agua embotellada. El profesor Paul Younger, especialista en recursos hídricos e ingeniería de aguas subterráneas, decía que «la industria del agua embotellada es en gran medida una estafa”. También Elizabeth Royte, autora del libro «Obsesión por las botellas: ¿Por qué se empezó a vender agua embotellada y por qué la compramos?», lo dice.
No, no es necesario que escondas ahora la botella de agua. Tal vez solo debes preguntarte, silenciosamente: ¿En verdad el agua embotellada es el truco publicitario del siglo?