Cuando los humanos introducen especies nuevas en ecosistemas
¿Qué peligros y qué beneficios hay?
Sucedió en el sudeste asiático. Allí, millones de agricultores se ganan la vida sembrando yuca. Crecía sin ayuda de pesticidas. Entonces llegó la cochinilla, que devastó los cultivos. El impacto fue terrible. Los cambios de precios afectaron toda la economía aledaña. ¿La solución? Traer al enemigo de la cochinilla. Se introdujeron millones avispas parasitarias de cochinillas, que en unos años revirtió la devastación. Cuando los humanos introducen especies nuevas en ecosistemas, a veces funciona… y otras no.
Control biológico
Este tipo de intervención se denomina control biológico clásico. Se busca un depredador natural para frenar la propagación de una plaga. «El control biológico fue el habitual durante miles de años», dice Rose Buitenhuis. Es científica de la organización independiente de ciencia hortícola Vineland Research and Innovation Center, en Canadá.
Para la gente de la Mesoamérica precolombina, los sapos de caña era poderoso aliado para mantener a raya a las plagas que destruían los cultivos. Fueron recibidos en campos de maíz y lugares de almacenamiento. Pero el sapo de caña es odiado en Australia. ¿Por qué? Fue importado de las Américas como biocontrol en 1935, prosperó en su nuevo entorno en los cultivos de caña de azúcar. Pero se salió todo de control. En 2007, se estimaba que el sapo de caña cubría alrededor de 1,2 millones de kilómetros cuadrados de áreas silvestres australianas. Las poblaciones de depredadores colapsaron, especies que murieron a causa de la toxina del sapo de caña. El gobierno australiano y los activistas locales eliminan millones de sapos cada año.
Desastres accidentales
Hay al menos diez casos de controles biológicos que se han convertido en especies invasoras a lo largo de la historia. En la Segunda Guerra Mundial, las fuerzas japonesas y aliadas liberaron peces mosquito. Se alimentan de las larvas de mosquitos. Querían reducir la propagación de la malaria entre las tropas en las islas del Pacífico. Ahora una especie invasora en esa área, donde se dispersaron rápidamente y superaron a las especies locales. Lo mismo se aplica a la mariquita asiática en Europa, introducida para controlar los pulgones.
En términos generales, existen tres tipos de biocontroles: depredadores, parasitoides y patógenos. Los sapos de caña son un ejemplo de control biológico depredador. Se alimentan de los escarabajos de la caña, pero desafortunadamente no son demasiado exigentes. Y comenzaron a cazar otros insectos nativos que no eran plagas. Los parasitoides son un poco más desagradables. Ponen sus huevos dentro de orugas o escarabajos solo para que las larvas resultantes salgan del abdomen de su huésped… matándolas en el proceso. Los patógenos pueden tomar la forma de hongos, virus o bacterias que matan o hacen infértil al huésped. Estos tienden a ser usados contra especies de plagas bastante específicas.
Cuando los humanos introducen especies nuevas en ecosistemas siempre hay riesgos. Pero en años más recientes, la popularidad de los biocontroles se extiende a otros sectores como el cultivo de flores, la viticultura y frutas de exterior como la fresa.
En Canadá, el 92% de los cultivadores de flores usa el biocontrol como la principal estrategia de control de plagas. Es una historia de éxito asombrosa y se produjo debido a la resistencia a los pesticidas.
El uso exclusivo de productos químicos no es una estrategia sostenible a largo plazo, al parecer. Solo esperemos que no sucedan nuevos desastres accidentales.