Los pollos destinados a la producción de carne o puesta de huevos son los animales más explotados del mundo occidental. Para satisfacer la elevada demanda de nuestra sociedad, se crían millones de gallos y gallinas al año; muchos de ellos, no llegan a formar parte de la industria alimentaria pues mueren antes de llegar a la vida adulta; malformaciones, infecciones, desnutrición… Todo ello producto de los maltratos a los que son sometidos.
Su vida consiste en dos años de miseria, que comienza en el mismo segundo en que nacen. Los pollos nacen en estas incubadoras, lo que los priva de su madre antes de salir del cascarón.
Al poco tiempo de nacer, son separados entre machos y hembras. Y de que manera…
Las hembras siguen su miserable vida en la industria ponedora de huevos. Entre 5 a 11 gallinas viven e encerradas en pequeñas jaulas. El espacio que tiene cada gallina bajo sus pies, es de una hoja de carta tamaño estándar.
Y los machos son puestos en bolsas de basura para morir sofocados. O son triturados mientras siguen con vida (Hemos omitido las imágenes para no herir la sensibilidad de nadie). Más de 100 millones de pollitos son asesinados en la industria de los huevos cada año.
Antes de ser llevadas a sus jaulas, a las hembras les cortan el final de sus picos con una cuchilla caliente. Este procedimiento se hace con objeto de evitar que los pollos se picoteen entre ellos. Durante estas mutilaciones no se les suministra ningún analgésico, haciendo aún más doloroso el procedimiento. Muchos pollos, tras haber sido amputados sus picos, mueren de hambre porque no pueden comer debido al dolor tan intenso que sufren.
Las jaulas están amontonadas una sobre la otra, lo que significa que las fecas caen sobre las jaulas inferiores. Grandes pilas de desecho y mal olor son comunes en las granjas de huevos. Debido a estas pésimas condiciones de vida, las gallinas mueren en las mismas jaulas. Y muchas veces se pudren por semanas al lado de sus compañeras vivas.
Cuando cumplen 2 años de vida tortuosa (las que logran sobrevivir) son enviadas al matadero. Las encadenan y las cuelgan cabeza abajo (vivas) y finalmente, las electrocutan (para matarlas), les cortan la garganta y son introducidas en agua hirviendo para hacer más fácil el proceso de desplumado.
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