Las bacterias tienen sentido del tacto
Y lo hacen sin tener un sistema nervioso central
Las bacterias pueden no tener un sistema nervioso central como lo conocemos, pero aún así pueden «sentir» físicamente el mundo que les rodea, según ha publicado un nuevo estudio de la revista Science. Resulta que estos pequeños microorganismos no solo responden a las señales químicas, también al sentido del tacto, y pueden reconocer superficies y responder a ellas.
Nuestro sentido del tacto es una herramienta clave para mantenernos «unidos» al mundo exterior: ayuda a evitar riesgos y superficies peligrosas, por ejemplo. Para las bacterias, les ayuda a determinar con qué tipo de superficie están en contacto, y por lo tanto colonizar y atacar las células del huésped.
«Tenemos poco conocimiento de cómo las bacterias leen estímulos mecánicos y cómo cambian su comportamiento en respuesta a estas señales», afirma Urs Jenal, investigador principal del estudio. «Utilizando un modelo Caulobacter no patógeno como ejemplo, nuestro grupo pudo demostrar, por primera vez, que las bacterias tienen algo parecido a un «sentido del tacto». Este mecanismo les ayuda a reconocer superficies y a inducir la producción de nuevas células».
Algunas bacterias tienen un apéndice llamado flagelo, una estructura parecida a un látigo que les ayuda a impulsarse. Algunas tienen solo una, mientras que otras especies tienen varias. Este ejemplar de Caulobacter crescentus tiene un único flagelo, que desprende después de un período determinado, o después de que encuentre una superficie adecuada para adherirse.
Al rotar este flagelo, las bacterias pueden moverse a través de líquidos. Pero estos microorganismos no tienen músculos: lo hacen con la energía generada por la transferencia de protones a la membrana celular. Y es este mecanismo el que permite a las bacterias «sentir», según hallaron los investigadores. Cuando las células entran en contacto con las superficies, se interrumpe el motor que impulsa el flagelo. Esto, a su vez, detiene el flujo de protones.
Según los expertos, este descubrimineto nos podrá ayudar a «entender las bacterias peligrosas», ya que «a pesar de que la Caulobacter es una bacteria inofensiva, nuestros hallazgos son muy relevantes para la comprensión de las enfermedades infecciosas».