Un mundo único, Socrota
Este lugar es el mayor endemismo biológico de Oriente Medio que fascina a los zoólogos y botánicos, se encuentra entre Somalia y Arabia, y perteneciente a Yemen. Las islas de Socrota, las Galapagos del Índico son un auténtico milagro de la naturaleza que resisten al impacto del desarrollo social.
Socrota es un lugar único, un lugar con el que muchos habremos soñados muchas veces, un lugar de película de hadas. Allí los pepinos se hacen árboles, y la resina de unas plantas con forma de sombrilla es de un rojo intenso. Parece que desde hace diez millones de años el tiempo no pasa por allí, desde que se desprendió del continente. Hay algo ancestral y prehistórico en Socotra que lo hace mágico, aunque en el fondo todo obedezca a las más simples leyes de la naturaleza, por el hecho de estar en un completo aislamiento tiene una fauna y una flora que no se conoce en el resto del mundo, libres del hombre.
Por la ausencia de herbívoros los pepinos han alcanzado la friolera de cinco metros de altura, las rosas del desierto florecen en un tronco que tiene forma de bota de vino y las granadas nacen silvestres, pero todo esto con la ayuda de sus habitantes que han aprendido a vivir sin alterar los recursos naturales ni el ecosistema, sólo forman parte de él.
El archipiélago que está formado por las islas de Samha, Abd Al-Kuri, la deshabitada Darsah y la propia Socotra (la mayor de todas), amén de unos pequeños islotes rocosos, es eminentemente árido, tanto que el termómetro alcanza temperaturas sofocantes. Pero el bellísimo paisaje hace olvidar el calor: las olas del mar baten contra playas inmaculadamente blancas y las brumas convierten los montes Haggier en suntuosas praderas verdes y en bosques donde los picos de 1.600 metros de altitud parecen traspasar las nubes.
Se está convirtiendo en un destino turístico, a lo largo de la historia las islas han estado incomunicadas durante meses al año, por sus vientos y mareas, pero hace unos años se ha hecho una nueva pista de aterrizaje, y las aerolíneas no paran de intentar conectar con este paraíso, pero sigue siendo un auténtico reto, aunque los turistas estén deseosos de visitarlo.
Sus casi 40.000 habitantes hablan árabe y un idioma propio, cultivan dátiles, pescan tiburones, atunes o langostas y ahora cuidan de rebaños de cabras. De los bosques consiguen resinas, tintes y maderas de olor, pero con unas normas de conservación.
Con la ayuda de fondos de Naciones Unidas y de los gobiernos polaco, italiano y holandés, expertos están examinado y cartografiado las islas de Socotra, lo que permitirá al Gobierno de Yemen declarar parques nacionales, santuarios y zonas de especial interés científico las tierras más vulnerables y de mayor biodiversidad. También se están preservando otras partes de las islas para que proporcionen a las comunidades un flujo continuo de recursos naturales. El creciente interés turístico de la zona puede arruinar todos los esfuerzos.