En primer lugar, cabe puntualizar que el mentón no es sólo un poco de cara extra bajo tu boca: es la pieza de la mandíbula inferior que sobresale de la cara. Pero es curioso como nuestros parientes cercanos, el chimpancé y el gorila, no tienen este elemento. Aunque tienen un área por debajo de su mandíbula, si nos fijamos en sus cráneos, se puede ver como el hueso se inclina hacia atrás y lejos de sus dientes inferiores. ¿Por qué los seres humanos, entonces, tenemos esta característica?
James Pampush, antropólogo evolutivo en la Universidad de Duke, recientemente escribió sobre este rompecabezas que lleva en el mundo de la ciencia desde los inicios del siglo XIX. En declaraciones a The Atlantic, Pampush explicó que «el mentón es uno de esos fenómenos raros en la biología evolutiva que realmente expone las profundas diferencias filosóficas entre los investigadores.
Un grupo de biólogos evolutivos propusieron la idea de que el mentón se desarrolló debido a que es eficaz en la desviación de golpes. Otras teorías sugieren que la barbilla ayuda a la mandíbula a lidiar con el estrés producido por el habla. El movimiento de apertura y la lengua, creen, puede tensar la mandíbula, por lo que un área más grande podría a distribuir el estrés y reducir el impacto.
Algunos han sugerido que la barbilla era una herramienta de selección sexual y que mostraba alguna ventaja evolutiva, pero según afirma Pampush, este tipo de características normalmente sólo se desarrollan en uno de los géneros, algo conocido como dimorfismo sexual.
Pampush llega a la conclusión de que piensa que es tan sólo una cortina de humo evolutiva que no desarrolla ninguna función directa, sino como un subproducto indirecto de otra adaptación. Es quizá un efecto involuntario de nuestras caras reducidas de tamaño a medida que se procesó y refinó nuestra comida. Como hicimos menos exigencias en nuestros dientes a la hora de comer y morder, es posible que se iniciase un proceso de contracción y retracción en la cara.
