Descubren plástico en los estómagos de la fauna abisal
No tendría que sorprendernos que se puedan encontrar residuos plásticos en cualquier rincón del planeta: desde el Polo Norte hasta las partes más profundas del planeta. Sin embargo, que no nos sorprenda no significa que no deba avergonzarnos como sociedad. Y más sabiendo lo que se ha encontrado al analizar los estómagos de las criaturas marinas en las seis zonas más profundas del planeta.
Explorando la Fosa de las Marianas, Japón, Izu-Bonin, la zona de Perú-Chile, Nuevas Hébridas y Kermadec, zonas que abarcan el océano Pacífico, investigadores de la Universidad de Newcastle descubrieron plásticos ingeridos por criaturas de aguas profundas en cada una de estas zonas.
El equipo estudió 90 crustáceos de las zonas de entre 7 y 10 kilómetros de profundidad y encontraron fragmentos de fibras sintéticas, entre los que se incluyen rayón y lyocell, microfibras utilizadas en la producción de nylon, poliamida, polietileno y PVC.
«Publicamos un estudio a principios de este año que mostraba altos niveles de contaminantes orgánicos en los mares más profundos, y mucha gente nos preguntó acerca de la presencia de plásticos, por lo que decidimos echar un vistazo«, afirma el doctor Alan Jamieson, líder de la investigación.
«Los resultados fueron sorprendentes… hubo casos en los que estas fibras se podían ver directamente en el estómago, sin digerir«.
«Sentimos que teníamos que hacer este estudio, dado el acceso exclusivo que tenemos a algunos de los lugares más remotos del mundo, y queremos utilizar estas muestras para dar constancia sobre lo que estamos haciendo como humanidad«, explica el doctor. Esto, al parecer, implica que no queda ningún ecosistema marino en la Tierra que no haya sido contaminado por nuestros desechos.
Se estima que hay 300 millones de toneladas de plástico en el océano, gran parte de él flotando en la superficie. Y esto, obviamente, afecta a la vida marina: desde las ballenas que han de ser sacrificadas tras tragar bolsas de plástico a peces y tortugas que han de crecer alrededor de las anillas de plástico que las rodean.
Lamentablemente, este estudio muestra que incluso las criaturas que apenas conocemos y hemos estudiado están siendo afectadas por la contaminación plástica, y para cuando podamos tratar de salvarlas, quizá ya sea demasiado tarde.