El mecanismo de defensa de algunas plantas: hacen que las orugas se vuelvan caníbales
Un nuevo estudio ha demostrado que ciertas plantas evitan ser comidas por algunas orugas mediante la producción de sustancias químicas que obligan a estas a comerse entre sí. La investigación ha sido publicada en la revista Nature: Ecology and Evolution.
Según demuestran, las plantas de tomate –Lycopersicon lycopersicum– exudan un compuesto orgánico llamado jasmonato de metilo cuando las orugas comienzan a alimentarse. Este producto químico hace que el sabor de la planta cambie, obligándolos a recurrir al canibalismo para su ingesta de alimentos.
«Sabemos que muchos insectos se vuelven caníbales bajo ciertas circunstancias», afirma el autor del estudio, John Orrock. «Para la planta es un gran beneficio, porque enfrenta a dos potenciales depredadores: la primera oruga, que ya estaba alimentándose de ella, y la oruga de la cual se alimentará la primera».
Además, el jasmonato de metilo también tiene otro efecto: cuando es secretada por la planta, actúa como una especie de «sirena» de emergencia para otras plantas vecinas, advirtiéndoles que los enemigos están cerca. Esto incita a las otras plantas a defenderse y a comenzar a producir su propio jasmonato de metilo.
Puede parecer extraño que las orugas cambien tan rápido de idea, pero como explican los investigadores, el canibalismo es una espada de doble filo: «una oruga caníbal ve en otra oruga el alimento perfecto porque la presa tiene todas las proporciones de proteína y micronutrientes que necesita».
La desventaja, sin embargo, son los parásitos. «Pero el problema es que la víctima es el anfitrión perfecto para agentes patógenos que pueden afectar a la oruga que se alimenta. Lo normal es que no sean caníbales porque tienen una altísima posibilidad de contraer una enfermedad, pero en ese momento se les cambia el chip», concluyen los investigadores.