Los osos no hibernan
Durante los inviernos, muchas especies de mamíferos de pequeño tamaño entran en un estado de hipotermia controlada conocido como hibernación. Es el caso de las ardillas que habitan en lugares con permafrost (suelo que permanece congelado todo el año), las marmotas o unos pocos murciélagos. La especie más grande de las que hibernan es una zarigüella de pequeño tamaño. Al entrar en hibernación y suprimir la parte de su metabolismo encargada de mantener un calor corporal alto (como es propio de mamíferos, pues son animales homeotermos), ahorran mucha energía. hacen esto debido a que en invierno el frío provoca que sea más costoso mantener temperaturas corporales estables, y a que el alimento escasea. Esta etapa de hipotermia viene precedida por la acumulación de grasa parda (un tipo de grasa termogénica que los humanos adultos, y la mayoría de mamíferos adultos, no tenemos) alrededor de los órganos vitales. Al salir de la hipotermia, esta grasa se consume generando calor.
Sin embargo, en contra de la creencia popular, los osos no hibernan. Entran en un estado llamado sueño invernal, en el que bajan su temperatura corporal apenas un par de grados y permanecen dormidos en sus cubiles (que no hibernáculos) largos periodos de tiempo. El principal motivo por el que los mamíferos que pesan más de unos pocos kilos no hibernan es que el costo energético de recuperar la temperatura corporal normal al salir de la hibernación sería altísimo e inaceptable para el animal, y los osos no son precisamente mamíferos pequeños.
Además, los animales que hibernan se encuentran en un estado de sueño profundo, y los osos que duermen durante invierno tienen un despertar muy ligero. Así que si veis a uno durmiendo ni se os ocurra hacer la gracia de tocarlo con un palo, al estilo de los dibujos animados.
Nota: las cuatro gráficas son del Hill.