Los lobos, ¿héroes de Yellowstone?
El lobo fue una raza amenazada por el ser humano, y en algunos lugares todavía lo sigue siendo. Inclusive en algunos cuentos es el antagonista. Sin embargo, se ha visto que este animal, a largo plazo, conlleva más efectos positivos que negativos.
En 1995, en el Parque Nacional de Yellowstone (Estados Unidos de América), tuvo lugar una matanza de lobos y, como consecuencia, la población de venado aumentó excesivamente; mientras que los árboles Populus tremuloides, conocidos comúnmente como álamos, fueron mermando año tras año. La brillante idea que erradicó dichos problemas consistió en introducir los lobos en Yellowstone.
Gracias a ellos, el venado fue disminuyendo, lo que produjo que en zonas en las que prácticamente había desaparecido cualquier tipo de planta, volviera a resurgir, por ejemplo, el álamo, un alimento muy apetecible para los alces. Finalmente, la desaparición de éstos no llegó a suceder, provocando como resultado la llegada de nuevas generaciones.
No obstante, los lobos hicieron más de lo que cualquiera hubiera pensado: provocaron la aparición de nuevas especies, como por ejemplo, los castores o los pájaros cantores, animales que subsisten a partir de los árboles. Con la matanza de los coyotes, por parte de los lobos, se observó otros recientes animales tales como conejos y roedores, desencadenando la entrada de aves rapaces, entre los cuales, los búhos.
Incluso su introducción en este parque, no solo supuso un incremento de la fauna, tanto a nivel de especie como de individuo; y de la flora, como el caso de los álamos, sino que formaron una nueva topografía, es decir, nuevos paisajes, gracias a un reordenamiento del curso del río.
Hay que ser consciente que todo animal, independientemente de sus características, aporta algún beneficio, en este caso, a la naturaleza. Un ejemplo de ello, el lobo.