Los árboles sienten cuando un ciervo está comiendo sus hojas
Las plantas y sus depredadores han ido evolucionando entre ellos, desde los primeros musgos y helechos poblaron la Tierra. Cubriéndose de espinas o produciendo sustancias químicas nocivas como mecanismo de defensa, las plantas tienen otras muchas defensas bastante interesantes, pero lo que quizá no sepas es que, según ha encontrado un estudio, los árboles son capaces de saber si sus frutos han sido devorados por un ciervo o si han caído a causa del viento.
Un árbol joven podría ver cortado su crecimiento si un ciervo hambriento se alimenta de él; en última instancia, estos árboles inmaduros lanzan una defensa química contra los herbívoros merodeadores, mediante la producción de taninos con mal sabor que ahuyentan la presencia de estos animales. Sin embargo, el árbol necesita saber si está siendo dañado por un animal o por una causa distinta.
Resulta que, cuando el brote está dañado, los árboles pueden sentir la saliva del animal en su corteza. Cuando lo hace, desencadena una respuesta automática, que produce una hormona como ácido salicílico, que a su vez hace que la planta aumente la concentración de los anteriormente nombrados taninos. No sólo eso, sino que esto también hace producir al árbol más hormonas de crecimiento, para compensar así los frutos que han sido comidos.
«Si una hoja o un fruto se desprende por una acción externa a un ciervo, el árbol no estimula su producción de ácido salicílico ni su aumento de taninos», afirma Bettina Ohse, de la Universidad de Leipzig y autora principal del estudio.
La complejidad de cómo las plantas se defienden de ser comidas pueden sorprender a muchas personas; en lugar de ser organismos pasivos, muchas plantas, por ejemplo, «escuchan» que están siendo comidas, y movilizan una defensa química. Y, además, no queda ahí, sino que también pueden «advertir» a otras plantas de la zona», mediante la producción de compuestos orgánicos volátiles que son detectados por sus compañeros que crecen en las inmediaciones, respondiendo a la amenaza mediante el aumento de la concentración de productos químicos indeseables.