Las medusas que pican sin tocar
Lanzan “granadas urticantes”
Algo suele suceder a quienes nadan en aguas de climas tropicales. Ya sea en latitudes tan distantes como Australia, los Cayos de Florida o el Caribe. Sufren a menudo a una extraña sensación de picor o quemazón hasta el momento inexplicable. Los científicos llevaban años investigando la causa. Lo habían bautizado como ‘agua urticante’. Tras analizar muestras de distintas zonas y analizarlas en laboratorio llegaron a una sorprendente conclusión. La culpa la tenían los bancos de medusas invertidas. Unas criaturas sin tentáculos, aparentemente inofensivas. Se mueven con armonía al compás de la corriente en el fondo de aguas someras. Son las medusas que pican sin tocar.
Las medusas que pican sin tocar lanzan granadas
A pesar de su apariencia inocua, estos animales marinos pueden ser muy urticantes. Pero se mantienen a una distancia más que prudencial. ¿Su secreto? Lanzan al agua una especie de ‘gradanas de moco’. Van cargadas de toxinas y son invisibles a simple vista.
El equipo multidisciplinar dirigido por científicos del Museo Nacional de Historia Natural de la Smithsonian Institution, la Universidad de Kansas y el Laboratorio de Investigación Naval de Estados Unidos lo descubrió. Estas criaturas habían desarrollado unas células urticantes que podían lanzar en cualquier dirección. Incluso a grandes distancias. Una vez lanzada el arma, solo recogen el botín.
Ventaja evolutiva única
“Normalmente las medusas tienen en sus tentáculos unas cápsulas llamadevolucuionas nematocistos. Cuando tocan una presa, les inyectan un veneno que acaba paralizando y matando a sus víctimas”. Lo explica el doctor Gary Vora, biólogo del Laboratorio de Investigación Naval de Estados Unidos. Pero las medusas que pican sin tocar no tienen ni tentáculos ni tubo digestivo. En vez de eso cuentan con unas cápsulas que liberan una sustancia urticante en el agua. Una ventaja evolutiva.
Hay razones de sobra para creer que este moco tóxico se encuentra en todas las medusas del género Cassiopea. Aunque no son exclusivas de estas.
Las picaduras, puntualiza Vora, pueden ser especialmente irritantes, aunque no parecen ser peligrosas. Analizarán con detalle su composición química para determinar su nocividad.
Lo que más impresionó al equipo de investigación cuyos resultados fueron publicados en la revista especializada Nature Communications Biology, no fue la toxicidad de las picaduras. Fue la capacidad de estas criaturas para adaptarse a los cambios en el entorno. Las Cassiopea son carnívoras, pero distintas al resto de sus congéneres. Sin embargo, carecen de tentáculos, por lo que no pueden cazar del mismo modo que otras medusas al uso.
«Creemos que estas medusas perfeccionaron sus técnicas de aprovisionamiento para hacerse con nutrientes suplementarios en los días nublados. Es cuando las algas fotosinténticas son menos efectivas. O cuando las aguas someras en las que habitan están turbias», concluye Vora. Es como si estas medusas hubieran inventado hace tiempo una app subacuática de comida a domicilio.