Las hormigas que esclavizan otras hormigas
¿Creías que se había acabado la esclavitud? Para estas hormigas, no. Obligan a una especie muy próxima a trabajar para ellas. Esclavizan a sus parientes genéticos, por así decirlo. Son las hormigas que esclavizan a otras hormigas.
Estas hormigas esclavistas capturan obreras de otras especies. Luego las llevan a su colonia para que trabajen para ellas. ¿Qué funciones cumplen? Atienden a sus crías, les ayudan a defenderse, buscan alimento para ellas. Incluso mantienen limpias las colonias.
Robando larvas
Lo más frecuente es que capturen los ejemplares en estados muy tempranos de desarrollo. Es decir, aún en forma de larvas o pupas. Las llevan a su colonia y las convierten en hormigas obreras. Así, estas empiezan a trabajar para sus dueñas. Pero en algunas especies capturan trabajadoras adultas.
¿Cómo surgió la emergencia de la eusocialidad en las hormigas? Se le llama así a cierto desarrollo de sociedades complejas. Hay castas de individuos que desempeñan diferentes tareas (trabajo, reproducción, defensa). Entre estas cooperan para mantener una colonia y sacar adelante a la prole. Y esto vino acompañado por una multiplicación de los genes que codifican las moléculas quimiorreceptoras. Son responsables tanto del olor como del sabor. La prueba de esto es la gran importancia que tiene la comunicación química en estas especies.
Por eso, tiene especial interés un hecho particular. Y es que las obreras de hormigas esclavistas sean capaces de reproducirse. Podría decirse que han recuperado ese rasgo. Esto se atribuye a la pérdida de la capacidad para percibir y responder a las feromonas de la hormiga reina. ¿Por qué deberían dejar de hacerlo? Porque inhiben la actividad reproductora.
Parásitos insensibles
En un estudio reciente han secuenciado el genoma de ocho especies de hormigas. Tres parásitas, sus tres especies parasitadas y dos especies no parasitadas. Investigaron si en esas tres especies parásitas se habían perdido quimiorreceptores.
Encontraron algo interesante en las especies parásitas. Tenían la mitad de los receptores del gusto que las otras cinco especies. Además, tres cuartas partes de los del olfato. En otras palabras, en esas especies se ha perdido la capacidad gustativa en un 50 %. Y la capacidad olfativa en un 25%. Entonces, identifican muchas menos sustancias que las que identifican las parasitadas.
¿A qué se atribuye la pérdida de los receptores gustativos? A que esas especies ya no buscan alimento. Claro, ya hay alguien que lo hace por ellas. Las hormigas parasitadas están a sus órdenes. Por lo tanto, no necesitan recibir y decodificar tanta información por esa vía.
Evolucionando
Es muy improbable que tales cosas ocurran por casualidad. La consecuencia que se extrae es que se trata de una pérdida ventajosa. Es decir, una de la que decimos que es de alto valor adaptativo. Conlleva un coste que no se ve compensado por una ganancia equivalente.
La metáfora resulta sugerente. En las hormigas, la adopción del esclavismo conlleva la atenuación o pérdida de la eusocialidad. Y también de las capacidades sensoriales que la posibilitan.
La evolución no sigue ninguna flecha temporal. La historia humana, seguramente, tampoco. Las hormigas que esclavizan otras hormigas son un espejo de otras cosas que ocurren en nuestro mundo.