Las próximas semanas serán clave para la Tierra
Esta semana, el planeta Tierra ha visto como todas las naciones se reúnen en Francia para conversar sobre el cambio climático. Conocido como COP21, la reunión de este año es clave para el futuro de nuestro planeta. Pero, ¿qué se va a hablar exactamente y qué objetivos tienen?
¿Qué temas se tratarán?
Para entender su importancia, tenemos que mirar la historia de esta conferencia y ponerla en contexto.
Estas reuniones se han llevado a cabo desde hace más de 20 años, más concretamente desde el año 1992, cuando se hizo la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro, organizada por la ONU. En aquella reunión se formó la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, un intento de limitar las emisiones de gases de efecto invernadero para evitar el cambio climático. Cinco años fueron necesarios para que todos los países se comprometiesen en Kyoto a reducir un cinco por ciento sus emisiones, para equiparar los niveles de contaminación a los obtenidos en 1990. No se pudo llevar a cabo ya que ni Rusia ni Estados Unidos rubricaron su firma.
EEUU continuó sin hacer mucho caso a estas reuniones, hasta que en Copenhague, en 2009, Obama se presentó a la conferencia. Cuando todo parecía prever que por fin habría un acuerdo global, todo acabó en un acuerdo no vinculante, para disgusto de muchos.
La reunión de este año se ha visto como un hito particular para la naturaleza, ya que por fin se reunirán hasta 196 cabezas de gobierno, tales como Barack Obama, David Cameron o Xi Jinping. El compromiso actual para reducir las emisiones de gases invernadero se fija para 2020, pero nuevos objetivos quieren ser acordados. La importancia de esta reunión está en que, por fin, parece ser que habrá un acuerdo vinculante.
¿Qué están tratando de lograr?
La idea es que tenemos que reducir la temperatura global en dos grados, a niveles de la época pre-industrial. Este año se ha visto una media de un grado por encima del límite, lo que ha hecho saltar todas las alarmas. Para poner freno a esto, la humanidad necesita reducir los gases de efecto invernadero, y para conseguirlo se necesita alcanzar un acuerdo sobre el grado de recortes energéticos que deberá asumir cada nación, y con el compromiso de estos países para que este objetivo se lleve a cabo.
La Unión Europea, por ejemplo, reducirá sus emisiones un 40% el año 2030 comparado con sus emisiones en 1990, y Estados Unidos se ha comprometido en recortar sus emisiones en un 26 o 28% en 2025 comparado con sus niveles de 2005.
Pero todavía hay mucho que hablar. Uno de los problemas principales y más polémicos es quién pagará por todos estos recortes. Muchas de las naciones más pobres, que inevitablemente se enfrentarán al peso del cambio climático, están buscando a los más ricos para cubrir algunos de los costes. Las países ricos se han comprometido, pero los países menos desarrollados buscan las garantías de que esto se llevará a cabo.
¿Saldrá algo de la reunión?
Es una tarea de enormes proporciones: hay mucho que trabajar para conseguir que 196 naciones se pongan de acuerdo en un compromiso jurídicamente vinculante para limitar las emisiones de gases de efecto invernadero. Pero hay precedentes que dan ánimos. En 1970, se descubrió que la emisión de estos gases producían un agujero en la atmósfera que permitía que los rayos uva entrasen directamente al planeta. El Protocolo de Montreal se formó como un tratado internacional para limitar el uso de gases clorofluorocarbonados, que son los que más afectaban a la capa de ozono. Los 196 estados firmaron este protocolo, lo que da algo de esperanza.