Las abejas tienen emociones y estados de ánimo; ¿pero tienen sentimientos y conciencia?
Las abejas están en problemas. Las especies invasoras, la pérdida de hábitat los parásitos, ciertos plaguicidas y otras causas están masacrándolas. Existe un fenómeno llamado problema de colapso de colonias (conocido como CCD por sus siglas en inglés), que ocurre cuando las abejas obreras desaparecen misteriosamente, dejando a la reina y sus crías.
Aunque hay ciertas investigaciones en curso, hasta que no se ponga una solución la pérdida de abejas seguirá siendo un gran problema para la sociedad, tanto para la industria, como para la naturaleza.
Hace falta una sensibilización sobre la población para cuidar las abejas. Y lo mejor que se puede hacer es aprender más sobre ellas. Tal vez veríamos protestas mucho mayores sobre el cuidado de estos animales si el conocimiento sobre su naturaleza y su importancia fuera mayor. Quizá el único modo para conseguirlo sea a través de las emociones; algo que, aunque parezca sorprendente, tienen las abejas.
Muchos pensamos que los invertebrados son incapaces de sentir emociones avanzadas. Algunos de los últimos experimentos sobre las abejas, sin embargo, ponen en duda esta creencia. Estos expertos polinizadores muestran una comprensión notablemente avanzada de patrones, pudiendo anticipar los actos futuros si se les «enseña» algún «conocimiento», y ahora tenemos evidencias de que muestran una gama de emociones, incluso estados de ánimo: según un estudio de la Universidad Queen Mary, de Londres, los abejorros estaban más animados después de probar un alimento dulce; para probarlo, cogieron a 24 abejas, la mitad de las cuales se les introdujo en un cilindro azul que contenía agua con azúcar y la otra mitad en un círculo verde con agua normal y corriente.
A continuación, se eliminaron los dos cilindros; se colocó después un cilindro rojo en el centro. Las abejas que previamente recibieron el agua con azúcar fueron volando directamente hacia el cilindro, al contrario de aquellas que bebieron agua normal y corriente, que tardaron más.
Lars Chittka, autor principal del estudio, explica que «el hallazgo de que las abejas no solo exhiben sorprendentes niveles de inteligencia, sino también estados de emoción, indica que debemos respetar sus necesidades cuando se les realizan experimentos, y hacer más esfuerzos para conservarlas».
En otro experimento, investigaron si las abejas tenían en su propia naturaleza el «tranquilizarse». Los expertos sacudieron una colmena y, a su lado, pusieron un recipiente con un olor dulce y al lado un olor amargo. Cuando estas salieron enfurecidas, como su hubieran sido atacadas por un depredador, todas se fueron al olor dulce y evitaron el amargo. A partir de entonces, las abejas se quedaron más tranquilas y estaban menos enfurecidas.
Antonio Damasio, neurocientífico y filósofo de la Universidad del Sur de California, afirmó a la revista Scientific American que «tengo todas las razones para creer que los invertebrados no sólo tienen emociones, sino la posibilidad de sentirlas».