Impresionante récord de inmersión de una ballena
Casi cuatro horas
Son más pequeños que una ballena. Pero más grandes que un elefante. Se trata del zifio de Cuvier (Ziphius cavirostris). Se sabe que es un gran buceador. El cetáceo alcanza casi los 3.000 metros de profundidad en sus inmersiones. Se creía que agotaban su oxígeno alrededor de 33 minutos después de sumergirse. Pero un equipo de la Universidad de Duke (EE.UU.) lo desmiente. Registraron el impresionante récord de inmersión de una ballena, de casi cuatro horas.
Años de investigación
Se sospechaba que tenían una gran capacidad de mantenerse bajo el agua. Por eso decidieron seguir a los zifios y etiquetarlos desde un buque. No es tarea fácil. Ellos pasan muy poco tiempo en la superficie para evitar a sus depredadores, las orcas.
En cinco años, el equipo marcó a 23 ballenatos y registró más de 3.600 inmersiones. Todas superaron ampliamente el punto en el que se pensaba que los zifios de Cuvier se quedaban sin oxígeno. «Realmente nos sorprendió. Estos animales van mucho más allá de lo que las predicciones sugieren que deberían ser sus límites de buceo», admite Nicola Quick. Es responsable del estudio publicado en la revista «Journal of Experimental Biology».
Además, el equipo registró dos inmersiones extraordinarias en 2017. Superaban con creces sus mejores expectativas. Una duró casi tres horas, mientras que la otra se prolongó durante tres horas y 42 minutos. «No lo creímos al principio. Son mamíferos después de todo. Y cualquier mamífero que pase tanto tiempo bajo el agua parece increíble», explica Quick.
Resistentes y únicos
Pero, ¿cuánto tardaron los ballenatos en recuperarse de estas inmersiones de récord? Quick se sorprendió de que no hubiera un patrón claro. Una ballena reanudó el buceo en busca de alimento 20 min después de una inmersión de dos horas. Otra que había completado una inmersión de 78 min pasó casi cuatro horas haciendo inmersiones más cortas. «Al entrar en el estudio, pensamos que veríamos un patrón de mayor tiempo de recuperación después de una inmersión larga. No fue así», dice la investigadora.
Sorprendidos, Quick y Andreas Fahlman, de la Fundación Oceanográfica de la Comunidad de Valencia, sospechan que los animales pueden tener un metabolismo excepcionalmente bajo. Eso y unas reservas de oxígeno más grandes de lo habitual.
Quick también está intrigada por las razones del impresionante récord de inmersión de una ballena que registraron. «Puede ser que hubiera un parche de comida particularmente productivo. O tal alguna amenaza percibida… alguna perturbación del ruido que influyó en estas inmersiones», argumenta.