Los hocicos de los cocodrilos tienen más sensibilidad que las yemas de nuestros dedos
Muchas especies de caimanes han desarrollado en sus cabezas una serie de pequeños puntos negros, o cúpulas, sobre todo a lo largo de sus mandíbulas, dentro de sus bocas y entre los dientes. LLegan a tener hasta 4.000, y los cocodrilos 9.000.
Esos bultos se conocen desde hace años, y se denominaban órganos de los sentidos tegumentarios o ISOs. Se sabía que eran capaces de detectar pequeñas vibraciones en el agua, que usan para detectar a sus presas. Sin embargo, sólo ahora se conoce el mecanismo exacto que usan estos receptores.
Duncan Leitch, estudiante de la Universidad de Vanderbilt, ha publicado un estudio en Journal of Experimental Biology escrito en colaboración con su asesor, el biólogo Ken Catania, en el que se explica con detalle.
Tras examinar a varios animales, determinó que los sensores respondían a la presión, pero no a estímulos como la salinidad o la electricidad. Mediante el uso de filamentos de von Frey (unos hilos especiales que se usan para medir la sensibilidad mecánica) se descubrió que poseían mayor sensibilidad que las yemas de los dedos humanos. Algunas cúpulas fueron capaces de detectar estímulos tan pequeños que ni los propios filamentos podían medir su intensidad.