En una suave pendiente de la zona meridional de la Sierra Nevada californiana, a unos 2.100 metros sobre el nivel del mar, en el Parque Nacional de las Secuoyas, se alza imponente un árbol de dimensiones impresionantes: El presidente, una secuoya gigante denominada científicamente Sequoiadendron giganteum. Se cree que tiene una antigüedad de 3,200 años, una altura de 75 metros de alto y un volumen de 1,300 metros cúbicos. El tronco es rojizo, está engrosado por múltiples capas de corteza rugosa y mide ocho metros de diámetro en la base. Es un árbol tan grande que es imposible verlo entero. Aun así no es el árbol más grande del mundo, sino el segundo.
El árbol más grande del mundo es el General Sherman, que posee un tronco todavía más grueso que el Presidente. Aunque el Presidente con copa con alrededor de 2.000 millones de hojas, tiene un volumen más grande. Sus cuatro grandes ramas, cada una del tamaño de un árbol grande, parten de la mitad del tronco y se despliegan en una copa compacta, acaparando así, parte de la luz y el agua de sus árboles vecinos.
Dado que los árboles no se pueden desplazar, la búsqueda de recursos del cielo y del suelo es para ellos un imperativo constante, con el tiempo pueden llegar a adquirir un tamaño descomunal y seguir creciendo. Las secuoyas gigantes son tan enormes por su extraordinaria longevidad. La siguiente fotografía de la secoya el Presidente, en una prueba de ello.
