El manto terrestre se mueve 10 veces más rápido
Hay mucho sobre el manto, la capa sólida fundida debajo de la superficie terrestre, que los científicos no saben. Sabemos que, gracias a él y a su movimiento cíclico en bucle, las placas tectónicas no habrían ocurrido, no existirían los continentes, los volcanes, terremotos, y no había vida. Así pues, su comprensión y funcionamiento es básico para entender cómo surgió y se mantuvo la vida. Un nuevo estudio, publicado en la revista Nature Geoscience, revela que las corrientes de convección, el movimiento cíclico del manto, se mueve 10 veces más rápido de lo que se estimaba.
«A pesar de que estamos hablando de escalas de tiempo que parecen increíblemente largos para ti o para mí, en términos geoológicos, las sacudidas del manto es como un yo-yo», afirma Mark Hoggard, investigador postdoctorado en el Departamento de Ciencias de la Tierra de Cambridge, y autor principal del estudio. «Durante un período de un millón de años, que es nuestra unidad de medida estándar, el movimiento del manto puede hacer que la superficie se mueva hacia arriba y hacia abajo cientos de metros».
Para analizar la situación, la Universidad de Cambridge utilizó 2.120 estudios sísmicos para construir una imagen detallada del manto. Al igual que el hielo se sienta sobre la roca, la topografía de la corteza puede revelar lo que está pasando por debajo de ella. Estas corrientes de convección del manto pueden revelar lo que está pasando debajo de ella. Las corrientes de convección son increíblemente poderosas, y su afloramiento pueden causar que la corteza de la Tierra se mueva más hacia «el cielo», al igual que su hundimiento puede causar la acción inversa.
Mediante los cambios globales en el espesor de la corteza oceánica, el equipo fue capaz de comprender los tipos de corrientes activos en el manto. Los geofísicos lograron una imagen bastante profunda de lo que sucede debajo de la corteza, proporcionando mediciones más precisas de la velocidad y el tamaño de los ciclos convectivos.
Este nuevo mapa global de la capa, la primera de su tipo, reveló que estos ciclos gigantescos son más pequeños de lo que se creía. En lugar de medir 10.000 kilómetros de longitud, como muchos predijeron, son cercanos a los 1.000 kilómetros. Si esto es cierto, entonces parece insólito que, a estas escalas, tales ciclos convectivos puedan causar tales cambios en la altura de la corteza oceánica.
Los investigadores se dieron cuenta de que este nuevo dato podía validarse si se dejaba atrás la idea original sobre la velocidad de convección del manto. Se razonó que la variación global en la altura de la corteza oceánica se puede explicar si estos ciclos más cortos en realidad se mueven 10 veces más rápido de lo que se pensaba.