Dejar de volar hizo tan fuertes a las hormigas
¿De dónde evolucionaron las actuales hormigas? Sin duda, de insectos voladores. Sí, perdieron las alas y la capacidad de volar. Pero eso trajo un inesperado beneficio a su esqueleto interno. Eso es lo que deduce un equipo de investigadores puestos a descubrir por qué son tan fuertes. Lo integran estudiosos de la Sorbona y del Instituto de Ciencia y Tecnología de Okinawa. Sorprendentemente, resulta que dejar de volar hizo tan fuertes a las hormigas.
El tórax adaptado
En la revista Frontiers in Zoology se pueden encontrar sus interesantes conclusiones. Las hormigas son capaces de levantar o arrastrar objetos que pesan mucho más que ellos mismos. Así los transportan a sus colonias.
«Las hormigas obreras evolucionaron a partir de insectos voladores. Siempre hemos asumido que perder el vuelo les ayudó a optimizar sus cuerpos para trabajar en el suelo. Pero tenemos mucho que aprender sobre cómo se logra esto», explica el profesor Evan Econom. Es director de la Unidad de Biodiversidad y Biocomplejidad del instituto japonés.
Los investigadores obtuvieron una imagen muy detallada de lo que estaba pasando dentro del tórax de una hormiga. El objetivo era analizar las características generales comunes a todas las hormigas. Se hizo un análisis detallado de dos especies de hormigas relacionadas de manera distante. Se incluyó tanto las obreras sin alas como las reinas voladoras. Los hallazgos fueron confirmados en una muestra más amplia de especies.
Utilizaron tecnología avanzada de rayos X para escanear la anatomía interna y externa, así como las tomografías computarizadas. A partir de estas imágenes, los investigadores mapearon todos los músculos y los modelaron en 3-D. El resultado fue una imagen completa del interior del tórax. Luego compararon los hallazgos de estas dos especies con otras hormigas e insectos sin alas.
Del aire a la tierra
Tal y como habían previsto los investigadores, encontraron que dejar de volar hizo tan fuertes a las hormigas. Esto obligó a que su tórax se reorganice.
«Dentro del tórax de la hormiga obrera, todo se integra maravillosamente en un espacio diminuto. Los tres grupos de músculos se han expandido en volumen, dando a las hormigas obreras más fuerza y poder. También cambió la geometría de los músculos del cuello, que soportan y mueven la cabeza», explica Christian Peeters, autor principal del artículo. Es profesor de investigación en la Universidad de la Sorbona.
Las hormigas son estudiadas por siglos en términos de su comportamiento como especie, pero la cuestión de su fortaleza parecía pasada por alto. El siguiente paso es desarrollar modelos biomecánicos más detallados de cómo funcionan los diferentes grupos musculares, Se harán investigaciones similares sobre la mandíbula y las patas, para explorar la diversidad observada entre las especies de hormigas. Sí, son diminutas, pero verdaderamente fuertes.