Nueva York limpia sus ríos con ostras
Las ostras son extraordinarias filtradoras de agua, de la que toman su alimento. Diversos estudios muestran que cada una puede filtrar hasta 230 litros de agua por día.
Mediante los movimientos de los cilios, una especie de aletas suavemente fibrosas, generan una corriente de agua que dirigen hacia ellas, para hacer llegar a sus branquias el agua oxigenada y el alimento. Dada la eficiencia de estos moluscos purificando el agua, un proyecto de investigación y restauración de ostras en Nueva York y Nueva Jersey dirigido por Meredith Comi, utiliza las ostras, como herramienta clave para limpiar las aguas del puerto de la ciudad.
Aunque los beneficios no se limitan a limpiar el agua: los desperdicios que generan sirven para alimentar a una cantidad de especies. Al crear arrecifes, las ostras facilitan el regreso de otros organismos como peces, crustáceos, cangrejos y aves, a una zona en la que el desarrollo humano destruyó su hábitat natural.
Por otra parte los arrecifes de ostras (en realidad cualquier sistema de arrecifes) reducen la energía de la corriente y rompen las olas, brindando al puerto una protección natural contra las marejadas ciclónicas, como las que devastaron el Bajo Manhattan y áreas de Brooklyn y Staten Island durante el huracán Sandy en octubre de 2012.
El objetivo es ir poblando lentamente el puerto y los ríos de Nueva York y Nueva Jersey para restaurar el ecosistema que antaño estaba dominado por las ostras. Los expertos opinan que restaurar el ecosistema y devolverle al puerto y a los ríos de Nueva York la vitalidad natural pasada ya no es posible, pero como mínimo este proyecto mejorará el estado del río.
Para que funcione, deben poner ostras en muchísimas hectáreas. Por el momento sólo han cubierto una hectárea y media en total, entre Nueva York y Nueva Jersey. Una tarea que no está exenta de obstáculos ya que la tasa de mortalidad de las ostras es muy alta.
A esto se suman las restricciones de los reguladores que no les permiten «plantar» una cantidad elevada, por temor a que la gente las recoja para comer y se acabe en el hospital, ya que debido a los altos niveles de contaminación de las aguas, las ostras no son aptas para el consumo humano.