Los ratones pueden escuchar las lágrimas de sus depredadores
Para explicar este nuevo descubrimiento, hay que hacer un poco de ‘background’. Hace unos años, se descubrió que los ratones machos producen una proteína específica en sus lágrimas que actúa como un afrodisíaco para las hembras, haciéndolas más receptivas al sexo. Los investigadores de un nuevo estudio estaban interesados en comprobar si las ratas macho producían algo similar.
Resulta que sí. Según publican en Current Biology, lanzan una proteína relacionada con la cistatina (CRP1). Cuando las ratas huelen esta proteína, activa los receptores en el órgano vomeronasal, lo que provoca que las hembras se detengan en seco.
Se cree que las ratas son posteriores a los ratones en términos evolutivos, por lo que los expertos decidieron ver si los segundos podrían detectar las feromonas de las ratas. Podían, y, de hecho, descubrieron que la rata CRP1 incluso activaba un circuito de defensa en el cerebro del ratón, lo que provocó que dejaran de moverse y redujeran sus latidos, en un intento de pasar desapercibidos.
Del mismo modo que muchos animales utilizan sus capacidades auditivas para localizar a sus presas, el sistema olfativo también está muy extendido. Esto se ha denominado como «escuchas olfativas», y es muy común en el reino animal; dentro de algunas especies, el aroma es un sentido increíblemente importante, que proporciona a otros información sobre la edad, el sexo y el estado reproductivo. Y esto ha llevado a otras especies a ser capaces de interceptar estas señales para darles una ventaja evolutiva.
«Nuestro estudio muestra que la feromona CRP1 de rata es una supuesta feromona sexual en ratas y que los ratones escuchan como una señal de un depredador», afirma el coautor del estudio, Kazushige Touhara.
Sin embargo, esto es diferente de olfatear a un depredador, porque estas señales a menudo son feromonas específicas dentro de una especie que ahora puede ser leída por otra. Las abejas, por ejemplo, pueden espiar dónde han estado alimentándose otras especies para descubrir la mayor cantidad de alimento siguiendo su aroma, mientras que la abeja asiática gigante evita las flores que tiene hormigas depredadores gracias al olfato.
Sin embargo, esto no solo está limitado a los insectos. Algunos experimentos han demostrado que las zarigüeyas espían el olor de las plumas de las aves cuando buscan agujeros para anidar en los árboles, mientras que al mismo tiempo pueden diferenciar entre los dingos depredadores y los olores de gatos domésticos.
Y ahora parece que los ratones también pueden oler las lágrimas de las ratas, lo que abre la posibilidad de que quizás los depredadores y las presas se comuniquen de esta manera con mucha más frecuencia de lo que creíamos.