El ojo pineal, o tercer ojo; ¿tuvimos los humanos un ojo de más?
El filósofo francés René Descartes creía que la glándula pineal, un pequeño conjunto neuronal localizado en la profundidad del cerebro, era la localización del alma.
Hoy en día, gracias a la paleontología, los estudios genéticos y demás, sabemos que es, en realidad, la reliquia evolutiva de un órgano: un tercer ojo. Esto también se conoce como ojo pineal, y es un receptor situado en la parte superior de la cabeza. Muchos reptiles existentes, tales como los lagartos, iguanas y algunos tuátara todavía tienen un ojo pineal.
Todos los reptiles que tienen este sistema tienen la sangre fría, lo que se conoce como metabolismo ectotherm; los mamíferos modernos, con sangre caliente (o metabolismo endotérmico), no tienen ojo pineal.
Un grupo de investigadores de la Universidad de Witwatersrand se preguntó si se es capaz de identificar cuándo las especies mamíferas perdieron y/o bloquearon su sistema de ojo pineal. Creen que tiene que ver cuando surgieron las especies con sangre caliente, y según esta premisa, se impulsó un ambicioso estudio utilizando restos fósiles de la región de Karoo, en Sudáfrica.
Se reveló que los antepasados de los mamíferos tuvieran un tercer ojo, hace 246 millones de años; 10 millones de años antes de que surgiera el primer dinosaurio.
¿Por qué un tercer ojo?
Al igual que un ojo normal, el ojo pineal se compone de una córnea una lente y una retina. Nuestros ojos y el ojo pineal de los reptiles son muy similares en términos de desarrollo embriológico y los genes expresados cuando se producen en la fase embrionaria. El ojo pineal se diferencia de un ojo normal en que, por norma general, tiene una cobertura para poder diferenciar entre la luz para ver la oscuridad.
Pero nuestros ojos también pueden ver en la oscuridad, entonces, ¿cuál es el sentido al tener un órgano como el ojo pineal? La investigación muestra que, en los réptiles, el ojo pineal actúa como una especie de «alargador de días»: mediante la adaptación de la luz, pueden adaptar el día o acortar la noche. También, sabe cuándo cambian las estaciones, si tiene que utilizar más tiempo la visión nocturna o viceversa. A consecuencia de esto, coordina los ciclos de vida con los ritmos de sueño y reproducción.
Experimentos quirúrgicos en lagartos han demostrado, también, que la extirpación del ojo pineal afecta a su capacidad para regular la temperatura corporal, un proceso llamado termorregulación.
Esto es fascinante, ya que nuestros antepasados pre-mamíferos tenían un ojo pineal que se ha perdido en el curso de la evolución. Esto sugiere que, siguiendo la reducción y la desaparición del ojo pineal a través de millones de años, podríamos ser capaces de saber el momento en el que nuestros antepasados pasaron a ser de sangre caliente.