¿Sabías que las abejas son adictas a la cafeína?
¿Quién no ha tenido que soportar a un montón de abejas revoloteando al beberse un refresco de Coca-Cola? Seguramente, muy pocos. Y es que según un estudio las abejas se sienten atraídas por la cafeína. Concretamente, el autor de esta investigación, el entomólogo Natarajan Singaravelan, demostró que las flores cuyo néctar contiene dosis de alcaloides psicoactivos, como la cafeína y la nicotina, reciben más visitas de las abejas. El estudio ha sido publicado en el Journal of Chemical Ecology.
Durante la polinización las flores proporcionan alimento (néctar) a las abejas y, a cambio, estas últimas ayudan a las flores a dispersar su polen, es decir, a reproducirse. En este proceso denominado coevolución por los expertos, la especie vegetal y la animal han evolucionado conjuntamente para beneficiarse la una a la otra.
El néctar es un líquido rico en azúcares cuya función es atraer a los insectos polinizadores a las flores y, en algunas especies de plantas, contiene pequeñas cantidades de cafeína y nicotina. Lo más extraño y curioso es que estos alcaloides son sustancias amargas que repelen a los insectos herbívoros y algunas plantas los producen, principalmente en las hojas, como estrategia de supervivencia, evitando así ser comidas.
¿Como se explica que el néctar de algunas especies contenga dosis de dos sustancias repelentes de insectos, cuando su función es precisamente la opuesta? Precisamente eso es lo que quiso averiguar Singaravelan.
Para su experimento el entomólogo construyó unas flores artificiales con unos «bebederos» que contenían agua con azúcar. Además en algunos de ellos añadió diferentes concentraciones de alcaloides: cafeína, nicotina y amigdalina (abundante en las flores de almendro). Durante 36 horas contabilizó las visitas de las abejas a estas flores, y observó que estos insectos no se sienten repelidos por los alcaloides, más bien lo contrario. Del total de visitas de las abejas, el 42 % de las veces escogieron flores con bajas cantidades de cafeína (una concentración 30 veces menor que la de un café), el 29 % de las veces se dirigieron a las flores con elevadas cantidades de cafeína (un tercio de la concentración de un café) y el 29 % restante a las flores sin cafeína.
Y para la nicotina obtuvieron resultados similares a la cafeína. De esta manera Singaravelan demostró que las flores que contienen dosis bajas de estas sustancias, reciben más visitas de las abejas, aumentando así las posibilidades de polinización.
También observaron que la amigdalina no afectaba la preferencia de las abejas por unas flores u otras.
En condiciones naturales las abejas también se alimentan de néctar con cafeína. Se han hecho análisis para detectar cafeína en varias mieles de cítricos de todo el mundo y se han encontrado dosis pequeñas, pero significativas. Entre las plantas polinizadas por las abejas en la naturaleza, las flores de los cítricos y las flores de las especies del género Nicotiana son las que contienen más cafeína y nicotina, respectivamente.
Obviamente los alcaloides suponen una ventaja para las flores, puesto que con ellos aumentan su polinización. Por eso la selección natural ha favorecido a las plantas que producen néctar con sustancias adictivas para sus polinizadores. Pero si en la polinización las flores y las abejas se benefician mutuamente, ¿qué ventajas tiene el consumo de cafeína para las abejas?
Un estudio publicado en 2006 por el equipo de R. Malezsca mostró que en las abejas, al igual que en los mamíferos, bajas dosis de cafeína pueden mejorar la memoria. En el experimento, se adiestró a un grupo de abejas para que asociaran unos olores determinados a una recompensa (agua azucarada), y se observó que los insectos aprendían antes los olores cuando el agua azucarada llevaba cafeína. Es posible que durante la evolución se hayan seleccionado las abejas que se sienten atraídas por la cafeína y que por lo tanto, aprenden antes.
Sabiendo esto, la próxima vez que estés tomando unos refrescos con tus amigos y veas a una abeja interesada en tu Coca-Cola, les puedes explicar que no sólo viene atraída por el azúcar, también por su «adicción» a la cafeína.