¿Por qué olvidamos ciertas cosas fácilmente?
Seguramente te sucedió también. Dejaste las llaves a un lado… y al mirar, ya lo habías olvidado. Sí, estamos programados para olvidar. Sin embargo, a veces nos es muy difícil hacerlo. Nuestro proceso evolutivo influyó en ello. ¿Qué hace que recordemos algo? ¿Por qué olvidamos ciertas cosas fácilmente?
Tipos de memoria
A finales del siglo pasado el científico norteamericano Larry Squire hizo un interesante aporte. Distinguió algo llamado memoria declarativa. Es la que formamos de manera explícita y evocamos posteriormente de modo consciente. Ayuda a procesar los recuerdos de tipo autobiográfico y el conocimiento adquirido.
Según Squire también tenemos una memoria no declarativa, responsable del aprendizaje de habilidades motoras. Se adquieren con la experiencia y se demuestran con la práctica. Por ejemplo, montar en bicicleta. Esta forma específica de memoria dependería de estructuras subcorticales, entre ellas los ganglios basales.
Hay algo más. Los recuerdos con alto contenido emocional permanecen más tiempo en nuestra memoria. Incluso, toda la vida. ¿Por qué? Es que las emociones informan al sistema mnésico del grado de importancia de cada vivencia. Alto significado emocional (positivo o negativo) implican un recuerdo más duradero.
Las emociones y los recuerdos
La permanencia de estos recuerdos con alta carga emocional nos ha ayudado a evolucionar como especie. Recordando acontecimientos significativos hemos podido moldear nuestra conducta. Así nos preparamos para el futuro, favoreciendo la supervivencia.
Entonces, ¿por qué olvidamos ciertas cosas fácilmente? Muchas veces, por falta de atención al medio que nos rodea. Perder las llaves, olvidar una cita: suelen ser fruto de una focalización de la atención en otros estímulos. No podemos recordar exitosamente aquello a lo que no prestamos atención. Hay una multitud de estímulos que llaman nuestra atención diariamente. Pero existen diferencias individuales en la capacidad para distribuir los recursos atencionales. Es decir, hay quienes son más vulnerables a la interferencia de información distractora.
Imagina que llegas a casa y dejas las gafas de sol encima del sofá. Mientras tanto, hablas por el móvil. Te descalzas, enciendes la radio, vas a la cocina. Todas esas son fuentes distractoras que consumen recursos atencionales. Es probable que poco después hayas olvidado las gafas por completo.
Quienes gestionan los recursos cognitivos limitados recordarían mejor eso. ¿Por qué? Porque ignoran de forma más eficaz la información distractora. Así que, si no quieres olvidar las llaves a cada minuto, concéntrate en evitarla.