¿Por qué algunos sonidos producen dentera?
El sonido de una silla arrastrándose, las uñas rasgando una pizarra, dos cuchillos frotándose, arañar un globo, el sonido de un tenedor rasgando el plato… A muchos de nosotros estos sonidos nos producen dentera, una reacción física e involuntaria de rechazo que tiene varias formas de mostrarse en nuestro cuerpo: la piel se nos pone de gallina, apretamos los dientes, y nuestros músculos se contraen.
Aunque no haya una única teoría esclarecedora sobre por qué surge este rechazo a determinados sonidos, algunos expertos creen que esta sensación de desagrado tiene que estar relacionado con los instintos de nuestros antepasados. En el reino animal, es habitual que los sonidos estridentes y agudos sean sinónimo de señales de peligro, ya que es muy probable que las señales agudas se transmitieran mejor en los medios que vivían para así avisar mejor a sus compañeros.
Los sonidos que nos dan dentera son molestos precisamente porque son agudos, y la reacción que tenemos está controlada por una parte del sistema nervioso llamada autónoma o vegetativa, que controla las reacciones involuntarias como respirar o el miedo, y que relaciona estos sonidos con los escuchados con nuestros antepasados en situaciones de peligro.
El oído humano puede escuchar un rango determinado de frecuencias, entre los 20 y 20.000 hz. A partir de una determinada frecuencia e intensidad, los sonidos nos resultan molestos o inclusos dolorosos, tanto que el cerebro impulsa la reacción de huida.