La siembra de nubes para crear nieve
Hay quienes siembran vegetales. Un refrán conocido dice: “quien siembra vientos y cosecha tempestades”. ¿Y qué hay de sembrar nubes? La siembra de nubes es una técnica popular en lugares como Idaho o Colorado. Son lugares en los que la sequía y la creciente demanda de agua exigen soluciones creativas. Pero la siembra de nubes también propicia la aparición de nieve.
Midiendo la nieve
Dirigida por la científica atmosférica de la Universidad de Colorado Boulder, Katja Friedrich, y sus colegas, la investigación comenzó en un día frío en enero de 2017. Se utilizó el radar y otras herramientas. Por primera se midió con precisión el volumen de nieve producido a través de la siembra de nubes. El equipo observó cómo la precipitación afectó a un terreno en el oeste de Idaho.
La suave nevada no fue algo natural. Se había desencadenado a través de la siembra de nubes. Una técnica en la que pequeñas partículas se mezclan en la atmósfera para tratar de generar más precipitación de la que normalmente podría caer. El sistema es notoriamente difícil de medir.
A principios de este año en la cuenca Payette de Idaho el equipo monitoreó tres intentos de siembra de nubes de principio a fin. Los colaboradores publicaron los resultados en PNAS.
Desde adentro de la nube
«Rastreamos el penacho de siembra desde el momento en que lo pusimos en la nube. Lo seguimos hasta que generó nieve que realmente cayó al suelo», explica Friedrich. En total, ese evento de siembra de nubes y dos más tarde ese mes produjeron un total impresionante. Casi 282 piscinas de tamaño olímpico por valor de agua.
Friedrich agrega que la investigación es un primer paso importante para comprender mejor cuán eficiente puede ser la siembra de nubes en la creación de esas maravillas invernales. «Todas las personas con las que hables dirán, incluso si puedes generar un poco más de nieve, eso nos ayuda a largo plazo», añade.
El 19 de enero, esa pequeña cantidad de nieve adicional comenzó con un vuelo en avión. Justo antes de la puesta del sol, un avión propiedad de Idaho Power Company utilizó una serie de bengalas. Inyectaba partículas de yoduro de plata en una formación de nubes naturales que pasaba por encima.
La idea de la siembra de nubes es simple. Se convierte el vapor de agua liviano en gotas pesadas. Si todo sale según lo planeado, las gotas de agua comenzarán a congelarse alrededor de los aerosoles, formando nieve.
Pero también es difícil tener una idea clara de cuán efectiva es realmente esa operación. Las estimaciones oscilan entre cero y 50% de nieve adicional, apunta Friedrich en un comunicado. Por eso el grupo utilizó una antena de radar cercana para observar las nubes mientras el agua en su interior se espesaba. Hasta que finalmente sucumbía a la gravedad.
Agua nueva
Según los cálculos del equipo, la nieve cayó de esas nubes durante aproximadamente 67 minutos. Roció 2.330 kilómetros cuadrados de tierra en aproximadamente una décima de milímetro de nieve.
Apenas había nieve suficiente para aferrarse a las pestañas de los investigadores. Pero fue el agua lo que, de no ser por la siembra de nubes, se hubiera quedado en el aire. «Si no hubiéramos sembrado estas nubes, no habrían producido ninguna precipitación», destaca Friedrich.
«Ahora podemos finalmente poner un número en la cantidad de agua que podemos producir a través de la siembra de nubes», destaca.