La ecuación universal del huevo de aves
Son matemática pura, y ahora la ciencia determinó la ecuación universal del huevo de aves. Tienen distintos tamaños y formas, pero todos albergan varios aspectos sorprendentes en común. Siempre es lo suficientemente grande como para incubar un embrión. Y lo bastante pequeño para salir del cuerpo una hembra de la manera más eficiente. Estructuralmente, es sólido como para soportar el peso del incubador. Su forma es idónea para no rodar como una esfera.
Forma universal
No es cuestión baladí. Un proteger un delicado conjunto de células destinadas a convertirse en un organismo. Ha sido el vector de la vida para miles de especies a lo largo de la historia. Se le ha denominado en diversas ocasiones como la «forma perfecta». Y atrajo la atención de matemáticos, ingenieros y biólogos.
Algunas incógnitas fueron resueltas por un equipo de científicos de la Universidad de Kent. Dio a conocer la ecuación universal del huevo de aves. Una fórmula matemática universal. Describe el huevo de cualquier especie de ave existente en la naturaleza. El artículo se titula Egg and math: introducing a universal formula for egg shape.
El análisis incluye sus 4 figuras geométricas: la esfera, el elipsoide, el ovoide y la cónica. Las tres primeras cuentan con una definición matemática clara. Pero no se había derivado una fórmula para el definir el perfil piriforme. «Introducimos una función adicional en la fórmula del ovoide», explican los científicos.
Aplicaciones industriales
La nueva fórmula se basa en 4 parámetros. Longitud del huevo, diámetro a un cuarto de esta longitud, anchura máxima y desplazamiento del eje vertical. Supone un paso significativo para entender cómo evolucionó. Entender eso hará posible su aplicación en campos muy variados, desde la biología hasta la ingeniería.
Otro ejemplo de su aplicabilidad lo encontramos en la arquitectura. Esta forma puede soportar cargas máximas con un empleo mínimo de materiales. Lo prueba la cubierta del Ayuntamiento de Londres. O el conocido comúnmente como «el Pepinillo» -The Gherkin-, un rascacielos neofuturista londinense.
«Esperamos ver la aplicación de esta fórmula en todas las industrias», dicen los expertos. «Desde la arquitectura y la agricultura, pasando por la tecnología, hasta el arte», concluyen.