Si de pequeño alguna vez has ido a la nieve, posiblemente hayas pensado que no pasaría nada por probar un poco de nieve. Al fin y al cabo, tan sólo son pequeños cristales de agua, y nuestro cuerpo depende de ella.
Por desgracia, un nuevo estudio publicado en la revista Environmental Science: Processes & Impacts, sugiere que no se debería en absoluto comer nieve, ya que actúa como sumidero de los gases que emiten los escapes de los automóviles, así que cualquier consumo de nieve es como comer un asqueroso helado con sabor a contaminación.
La contaminación del aire es un asesino en serie, con 3,3 millones de víctimas a su espalda cada año, por culpa de la inhalación de partículas tóxias. China, cuya capital sufre una niebla asfixiante día sí y día también, tiene casi la mitad de estas muertes, con 1,4 millones, según informa las Naciones Unidas.
Para medir cuán perjudicial podría ser comer nieve, un grupo de investigadores creó una cámara ambiental que simulaba una variedad de condiciones y cómo podían afectar a la nieve. Mediante la mezcla de diversos tipos de nieve natural con una combinación de contaminantes que se encuentran comúnmente en los tubos de escape de los automóviles, fueron capaces de examinar la forma en que la contaminación se disolvía o era capturada por la nieve. Se midieron niveles de carbono,benceno, tolueno, etilbenceno y xilenos dentro de la nieve antes, durante y después de cada prueba experimental.
Los investigadores encontraron que con tan sólo una hora de exposición, los niveles de contaminantes en la nieve aumentaron drásticamente, quedando atrapados dentro de las pequeñas partículas de hielo.
¿Y qué ocurre cuando la nieve se derrite? Los contaminantes o bien permanecen en el agua, o se escapan nuevamente al aire.
