El lado oscuro de la “hormona del amor”
Se suele decir que la oxitocina es la «hormona del amor» porque su función está asociada con el establecimiento de vínculos afectivos, especialmente entre amantes y entre madres e hijos. Es la hormona responsable de que amemos, seamos fieles, compasivos, amables… Sin embargo, según investigadores de la Universidad de Birmingham, en el Reino Unido, la oxitocina tendría una parte oscura, pues sería capaz de inducir efectos sobre el comportamiento muy similares a los que genera el alcohol, pudiendo desencadenar conductas agresivas y temerarias. El estudio ha sido publicado en la revista «Neuroscience and Biobehavioral Review».
“Pusimos en común las investigaciones sobre los efectos de la oxitocina y del alcohol, y acabamos impactados por las increíbles semejanzas entre ambos compuestos”, informó Ian Mitchell, uno de los miembros del equipo de investigadores.
La oxitocina es un neuropéptido producido en el hipotálamo y secretado por la glándula pituitaria posterior. Para hacernos una idea de como actúa esta hormona, según los científicos, debemos prestar atención al comportamiento de una persona que va con unas cuantas copas de más. En ese momento, disminuye la actividad de los circuitos cerebrales (un conjunto de neuronas conectadas para desempeñar una determinada función) de los sistemas límbico y frontal, las áreas cerebrales responsables de la inhibición social.
El lóbulo frontal es uno de los cuatro lóbulos de la corteza cerebral y constituye una región grande que está situada en la parte delantera del cerebro, justo detrás de la frente. Es el responsable de procesos cognitivos complejos, las llamadas funciones ejecutivas. Estas funciones son operaciones mentales dirigidas hacia un fin que permiten el control conductual, es decir, posibilitan que podamos elegir, planificar y tomar decisiones voluntarias y conscientes.
El sistema límbico está formado por varias estructuras cerebrales que gestionan respuestas fisiológicas ante estímulos emocionales. Está relacionado con la memoria, la atención, las emociones (por ejemplo placer, miedo), la personalidad y la conducta.
La inhibición de ambas áreas afecta a nuestra racionalidad y a su vez, nos libera de emociones que «frenan» nuestra conducta, como el miedo, la ansiedad y el estrés; Ello puede volver a las personas más agresivas, más jactanciosas y más temerarias.
Sin embargo, según las conclusiones del estudio, este efecto hormonal puede ser positivo, ayudando a que ciertas situaciones estresantes, como una entrevista de trabajo o el momento de pedirle una cita a alguien, dejen de ser tan agobiantes. Y de hecho, Steven Gillespie, otro de los investigadores, compara los efectos de echar un trago para afrontar una situación que da miedo con los de inhalar oxitocina a través de un spray nasal.
Se considera que la oxitocina podría usarse en tratamientos psicológicos y psiquiátricos y convertirse en una herramienta para aumentar las conductas prosociales como el altruismo, la generosidad y la empatía; lo que podría «proporcionar beneficios reales para muchas personas”.