El cirujano que quiere realizar el trasplante de cabeza hace la prueba con dos ratones
El neurocirujano italiano Sergio Canavero copará este año las portadas de los periódicos de todo el mundo cuando realice el primer trasplante de cabeza en humanos.
A pesar de todos los obstáculos éticos y científicos a los que se enfrentará el doctor, parece estar convencido de la operación y de su éxito. El año pasado realizó lo que él mismo llamó «prueba de concepto de procedimiento», en el que rompió la médula espinal de un perro para volver a conectarla, uno de los principales obstáculos que tendrá que superar en el procedimiento.
En su rutina de investigación, Sergio Canavero y otro cirujano, Xiaoping Ren, han fijado la cabeza de un ratón en el cuerpo de una rata, que sobrevivió durante unas 36 horas.
Aunque pueda parecer descabellado, está en la mente de varios expertos el profundizar en estos hechos, puesto que es el único modo «conocido» que pueda salvar la vida de personas con enfermedades mortales como la atrofia muscular espinal. Pero otros expertos están en contra, como el neurocientífico Jerry Silver, de la Universidad Case Western, que afirma que «estos documentos y experimentos no son extrapolables a los seres humanos«.
Y esto tiene un por qué. Hay cuatro pilares en los cuales se fundamentan aquellos quienes construyen los argumentos en contra de este procedimiento:
- Las cabezas no pueden mantenerse con vida por su cuenta, así que, ¿qué pasará con ella cuando sea retirada de su cuerpo original? Ya que, tan pronto como sea retirada, esta comenzará a morirse.
Los órganos aislados pueden mantenerse «frescos» gracias a solución de agua salada fría, como los riñones -sobreviven unas 48 horas-, los hígados -24 horas- o los corazones -entre cinco y 10 horas-. Pero una cabeza no es el mismo tipo de órgano. ¿Qué pasa con los ojos, las orejas, nariz… y la pituitaria -que controla las hormonas que circulan por el cuerpo- y la saliva?
Más de un siglo de investigación con animales ha demostrado que, en el momento de la decapitación, la presión arterial de la cabeza cae dramáticamente. Se pierde sangre lleno de oxígeno y se empuja al cerebro a un estado de coma, seguido de la muerte.
En su reciente experimento, Sergio y su equipo afirman que abordaron este problema al mantener un suministro triple: el roedor que recibe la cabeza, el roedor que la dona y un tercer ratón. Veremos. - ¿Habrá rechazo? En cualquier trasplante, uno de los problemas principales es la reacción del cuerpo; el sistema inmune de la persona que recibe el órgano detecta sustancias peligrosas y desata a los antígenos, que al no coincidir con los del propio cuerpo, puede conducir a que el sistema inmune desate un ataque a gran escala. Es por eso que casi todos los pacientes con trasplante toman medicamentos inmunosupresores después de las operaciones. La cabeza, al incluir muchos órganos, tiene una probabilidad de rechazo mucho mayor.
- En un experimento de 1970, y que no sería permitido hoy en día, el neurocirujano Robert White trasplantó la cabeza de un mono en el cuerpo de otro simio, que sobrevivió durante ocho días, hasta que se produjo un rechazo.
Según lo que cree el cirujano italiano, la cirugía de trasplante debe de hacer en menos de una hora: las dos cabezas tendrían que ser removidas de sus cuerpos a la vez. Con la máxima rapidez posible, los cirujanos tendrían que colocar la cabeza de la persona que quiere mantenerse viva al sistema circulatorio del cuerpo del donante. Parece poco probable. - La médula espinal. Para que la nueva cabeza pueda comunicarse y controlar el nuevo cuerpo, la médula y el cerebro deben de estar conectados a la perfección, algo que no sucedió en el trasplante de mono, que a pesar de mover los ojos y comer, el cuerpo estaba paralizado de cuello hacia abajo.
Sergio Canavero tiene sus esperanzas puestas en el polietilenglicol, un «pegamento biológico especial» que cree clave para completar con éxito el procedimiento. Algunos experimentos entre los años 30 y 40 utilizaron este material para fusionar la médula espinal de los perros, pero este experimento solía utilizarse para adjuntar una cabeza extraña al cuerpo de otro perro, dándole dos cabezas, en lugar de sustituir una cabeza por otra.
El plan del cirujano también tiene en cuenta que el paciente estará en coma inducido durante un mes entero para que la médula se fusione. De lo contrario, los «spaghetti» -como él mismo llama- que conforma la médula espinal podrían retorcerse o trenzarse.
Pero un coma largo es un problema en sí, más que una solución. Harry Goldsmith, profesor de neurocirugía en la Universidad de California, afirma a la revista Popular Science que «un coma inducido médicamente causa infecciones, coágulos de sangre y reduce la actividad cerebral«.