El cerebro recuerda la comida chatarra
...y la prefiere. ¿Es una sorpresa?
Bien, sabemos lo arduo que puede ser mantener una disciplinada dieta saludable. La comida chatarra siempre está por allí, torciendo nuestros anhelos. Y es peor si nuestro cerebro parece «condicionado» a buscarla. Eso que llamas antojos irresistibles puede ser una conducta innata. Resulta que el cerebro recuerda la comida chatarra mucho más que la comida saludable. Eso lo explica todo.
Conducta ancestral
Se llama: «teoría de la búsqueda de alimento óptima». Sugiere que nuestra memoria espacial prioriza los bocadillos más gratificantes en calorías. Viene desde nuestros ancestros cazadores-recolectores. Ellos no sabían cuándo llegaría su próxima comida. En ese momento era una conducta muy útil. Ahora quizás no tanto.
Se realizó una prueba de memoria espacial entre 512 participantes. Debían atravesar un laberinto de alimentos. Los participantes tenían más probabilidades de recordar la ubicación de los brownies de chocolate y las papas fritas. No tanto así con los alimentos saludables como las manzanas y los tomates.
En el mundo natural, los animales suelen buscar primero alimentos de alto contenido energético. En estudios anteriores , los participantes categorizaron y memorizaron rápidamente imágenes de alimentos con alto y bajo contenido calórico. Pero las imágenes del cerebro revelan que los alimentos con alto contenido calórico involucran áreas de procesamiento de recompensas.
Al parecer nuestro sistema cognitivo «está optimizado para la búsqueda de alimentos energéticamente eficiente».
El recuerdo de la comida chatarra era aproximadamente entre un 27 y un 28 por ciento mejor que la comida saludable. Incluso cuando sólo se disponía de un olor, los participantes eran notablemente buenos «conociendo» implícitamente el contenido calórico de la muestra.
Cazadores… de chatarra
Se cree que el olfato y la memoria están estrechamente ligados en el cerebro. Pero el sentido del olfato de un ser humano se considera inferior al de otros mamíferos que buscan alimento.
“Pero los individuos distinguen diferentes tipos de olores deduciendo las propiedades calóricas de los alimentos. Localizan los objetos más fácilmente”, escriben los autores .
Tal vez nuestros recuerdos hayan sido moldeados por nuestra necesidad de alimentos en una época de caza y búsqueda impredecibles. Es demasiado pronto para decir cómo estos procesos cognitivos influyen en nuestro comportamiento. Pero, ¿y si esta teoría de la alimentación óptima resulta ser cierta? Podría ayudar a explicar por qué es tan difícil tomar decisiones dietéticas saludables en un mundo moderno. El cerebro recuerda la comida chatarra, y nos orienta a ella.
«El sesgo cognitivo puede facilitar la elección de alimentos con alto contenido calórico. Capitalizaría la tendencia de las personas a preferir artículos convenientes y de fácil acceso al tomar decisiones alimentarias».
Vaya. No solamente debes tener fuerza de voluntad. También tienes que batallar con conductas ancestrales insertadas como un chip en tu cerebro. En fin, ¿Quién quiere una ensalada?