Cómo cambiamos nuestros recuerdos
¿Qué es lo que recuerdas? ¿La verdad, o una deformación acomodada de la verdad? ¿Es posible que, inconscientemente, acomodemos nuestros recuerdos, sin que sepamos que nos mentimos? Sí. Nuestras memorias están manipuladas. Es probable que hasta los momentos más emotivos no sucedieran como los recordamos. Somos nosotros mismos quienes reescribimos nuestro pasado. Un estudio de la Universidad del Noroeste (EEUU) lo dice. La memoria toma fragmentos del momento actual y los inserta en el pasado para que encaje mejor en nuestro mundo presente. Este trabajo, que se publica en la revista Journal of Neuroscience explica cómo cambiamos nuestros recuerdos.
¿Fue amor a primera vista?
“Cuando piensas en el momento en que conociste a tu actual pareja, es posible que recuerdes un sentimiento de amor y euforia”, afirma en un comunicado de la Universidad del Noroeste Donna Jo Bridge, autora principal del estudio. “Es posible que estés proyectando tus sentimientos actuales sobre el momento del encuentro original”, añade. Las memorias se adaptarían a un entorno cambiante para ayudarnos a enfrentarnos a lo que es importante para la supervivencia en el presente.
Investigadores como Elisabeth Loftus, de la Universidad de California en Irvine, probaron en diversos experimentos que es posible insertar memorias falsas en una persona. En un ensayo convenció al 16% de los participantes de que se habían encontrado con Bugs Bunny en Disneyland. Esto relaciona con el modo en cómo cambiamos nuestros recuerdos.
La novedad del estudio de Bridge es que trata de mostrar el momento en que el recuerdo falso se implanta dentro de la memoria existente. Los autores del trabajo descubrieron algo más. Los recuerdos se editan en el hipocampo.
Jugando con la memoria
Se mostró a 17 individuos 168 objetos localizados en distintos lugares de la pantalla de un ordenador sobre distintos fondos. A continuación, los investigadores pidieron a los participantes que localizasen los objetos en el mismo lugar que en el caso inicial, pero sobre un fondo distinto. En todos los casos, fallaron. Luego se mostró a los voluntarios los objetos en tres lugares en la pantalla original. Se les pidió que los colocasen en el lugar correcto. Las opciones que se les ofrecían eran la localización original del objeto, el lugar en el que ellos lo habían colocado en la segunda parte del experimento o una localización nueva.
“Los participantes elegían siempre la localización que habían escogido en la segunda parte”, explica Bridge. “Esto muestra que su memoria original de la localización había cambiado para reflejar la localización que recordaban sobre el nuevo fondo. Su memoria actualizó la información insertando la nueva información en el viejo recuerdo”, concluye.
Cómo cambiamos nuestros recuerdos
Por último, los investigadores cambiaron de nuevo el experimento y pidieron a los participantes que colocasen el objeto en una nueva localización distinta de la original. El pequeño cambio hizo que recordasen el lugar en el que estaba situado en la fase inicial de la prueba. Mientras realizaban estas pruebas, los participantes se sometieron a un sistema de imagen por resonancia magnética. Así localizaron al hipocampo como el lugar que registraba la mayor actividad.
Esas pruebas echan una luz insospechada sobre lo que creemos recordar. Y sobre lo que nos puede decir una persona sobre sus recuerdos. Por ejemplo, acerca de un delito antiguo. Nuestro cerebro podría acomodar inconscientemente los hechos para, por ejemplo, defendernos de algo incómodo.
Y tú, ¿qué recuerdas exactamente ahora?