Una bacteria resistente a múltiples fármacos ha invadido silenciosamente varios hospitales del mundo
La resistencia a los antibióticos es un problema importante y, lamentablemente, a día de hoy sin solución. Gracias al uso excesivo de antibióticos en tratamientos médicos y en la agricultura, un número cada vez mayor de bacterias está desarrollando una variedad de maneras de defenderse de estos medicamentos.
Mientras que los científicos trabajan para tratar el problema recurriendo a antibióticos subestimados o nuevas soluciones por completo, otros revelan la magnitud del problema al que nos enfrentamos. La última información que sabemos es cortesía de un equipo de expertos de la Universidad de Melbourne, cuyo artículo publicado en Nature Microbiology es todo menos una buena noticia.
Esta especie bacteriana, Staphylococcus epidermis es, como su nombre indica, comúnmente presente en la piel humana. En esta familia se encuentra S. aureus, que está resistiendo a los antibióticos. Tiende a vivir de forma inofensiva en la piel de una de cada 30 personas, pero puede ser mortal si se da la causa de estar en un paciente con un sistema inmunológico debilitado, como ocurre en las salas de hospitales.
Hace unos años, los investigadores de un hospital de Melbourne comenzaron a observar infecciones por S. epidermis que se extendieron durante mucho más tiempo de lo esperado. Eso desencadenó en un proyecto de investigación de varios años diseñado para analizar su resistencia a los tratamientos antibióticos estándar.
Tomando muestras de 78 hospitales repartidos en 10 países diferentes, el equipo buscó genes que indicaran que podría defenderse o evitar los antibióticos. Resulta que hay tres linajes resistentes a múltiples fármacos en el S. epidermis que han ido expandiéndose a través del planeta.
«Nuestro estudio ha descubierto la propagación internacional no reconocida previamente de un patógeno resistente a los medicamentos», afirman los autores en un artículo.
Las mutaciones genéticas han protegido estas cepas contra la rifampicina, un fármaco ampliamente utilizado para una gran cantidad de infecciones bacterianas. Inesperadamente, dichas mutaciones también les han dado una susceptibilidad reducida a la teicoplanina y vancomicina, dos tipos muy diferentes de antibióticos que se consideran una última línea de defensa contra tales infecciones.
Los investigadores no se han andado con chiquitas a la hora de buscar culpables: creen que los tratamientos con rifampicina hechos en los hospitales posiblemente haya impulsado la evolución de estos microbios.
En la actualidad, no está claro si estas cepas pueden proliferar fuera de los entornos hospitalarios o si podrán evolucionar más. Lo que está claro, no obstante, es que se debe hacer algo de forma inmediata para detener su propagación dentro de los hospitales, particularmente en las unidades de cuidados intensivos. De hecho, esto ha tomado tan a sorpresa a los expertos del mundo que ni si quiera la Organización Mundial de la Salud ni lo había considerado una amenaza.