Marconi, el inventor con suerte
Padre de la telegrafía sin hilos
En 1900, Guglielmo Marconi registró en el Reino Unido la patente 7777, de su invento de telegrafía sin hilos. Tres años antes había conseguido la primera transmisión de telegrafía sin hilos en mar abierto. Envió un mensaje a cinco kilómetros que decía «¿Estás preparado?». Marconi, el inventor con suerte, esquivaría después la muerte dos veces.
En 1899 estableció comunicación entre Francia e Inglaterra a través del Canal de la Mancha. En 1901 la telegrafía sin hilos saltó el Océano Atlántico. Comunicó por ondas hertzianas, Poldhu (Inglaterra) con Saint Johns (Canadá). Tres señales muy débiles -tres puntos que se correspondían con la letra ‘s’- recorrieron 3.684 Km.
Escapando de la muerte
En 1909 le dieron el Premio Nobel de Física por «su contribución a la telegrafía sin hilos». Tres años después Marconi y su esposa, Beatrice, fueron invitados por la White Star Line. Les ofrecían viajar en la travesía inaugural del Titanic, por cuenta de la empresa naviera. El ingeniero italiano declinó. Tenía mucho trabajo atrasado y necesitaba un taquígrafo para poder trabajar a bordo. Gracias a eso, pudo salvar la vida.
Tres años después, el mundo estaba inmerso en la Primera Guerra Mundial. Marconi embarcó nuevamente en el Lusitania rumbo a Nueva York. Cuando el trasatlántico regresaba a Liverpool fue torpedeado y hundido por un submarino alemán. Casi mil doscientas personas perdieron la vida. Marconi se había quedado en la ciudad testificando en un juicio por una patente. Marconi, el inventor con suerte, esquivaba a la muerte.
Suerte de otro
Sin embargo, gran parte del mérito era en realidad de Nikolas Tesla (1856-1943). Este inventor serbio había patentado en 1891 la bobina de inducción. Este circuito se usa de forma habitual en radios. También diseñó en 1895 -dos años antes que Marconi- un sistema para transmitir mensajes de voz sin hilos.
Su tesón e ingenio sería premiado, eso sí de forma tardía. Fue en el año 1943. La Corte Suprema de Estados Unidos reconoció al serbio como el inventor de la radio. Para entonces el italiano ya llevaba seis años descansando el sueño eterno y había disfrutado en vida de una enorme popularidad.
No hay duda de que era un hombre con suerte.