Los Huevos de Fabergé y su atractiva historia
Dar regalos por algún aniversario, cumpleaños, pascuas o navidades es una costumbre muy arraigada en las sociedades de todo el mundo. Por lo general, esos obsequios pueden ser desde lo más sencillo, hasta regalos de un precio incalculable. Un buen ejemplo de esto último, era la costumbre de la realeza rusa. Realizaban costosos regalos para determinadas fechas, como lujosas joyas, únicas en el mundo. Es el caso de los famosos y costosísimos Huevos de Fabergé.
La historia de los Huevos de Fabergé
Esta combinación de joya y arte, tiene una historia que comienza en las pascuas de 1885. El zar Alejandro III quería obsequiar a su esposa, María Fiódorovna Románova, con un objeto extraordinario.
En la tradición ortodoxa rusa, en cada Pascua tenían la costumbre de regalar huevos decorados. Sin embargo, el zar pensaba en algo realmente sorprendente, así fue que encargó al joyero ruso Pedro Carlos Fabergé un huevo decorado “especial”. Ese fue el primero de 50 que el joyero construiría en su vida para la familia real rusa.
Como los tradicionales huevos de chocolate que obsequiamos en las Pascuas, el huevo para la zarina tenía una sorpresa dentro. A este primer huevo de Fabergé lo nombraron el “Huevo de la gallina”. Por fuera tenía el aspecto de un huevo tradicional, de color blanco y de superficie lisa.
Por dentro tenía más de una sorpresa, puesto que estaba forrado con una capa de oro que parecía una yema, y dentro de la yema, se podía encontrar la figura de una gallina en miniatura. A su vez, la gallina tenía dentro una reproducción de la corona rusa, que también era en miniatura.
Entre 1885 y 1917, confeccionaron 50 Huevos de Fabergé para la familia Romanov. Eran huevos imperiales, aunque la tradición se extendió rápidamente por todo el palacio. Era la forma en que la realeza rusa mostraba su opulencia en la celebración de cada Pascua.
Con la muerte del zar Alejandro III, la costumbre la continuó su sucesor, Nicolás II, quien prolongó la tradición. No solo le obsequiaba huevos a su madre María Fiodorovna, sino también a su esposa, Alejandra.
Los Huevos de Fabergé son exquisitas joyas exclusivas
Son inigualables obras de arte de incalculable valor. Algunos contenían rubíes o diamantes y otros tenían dentro reproducciones minuciosas de lugares como la residencia de Alejandro III, la Catedral de Uspenski o el Kremlin.
Actualmente, los Huevos de Fabergé tienen un valor inestimable, aunque de los 50, siete están perdidos. Los restantes están diseminados por el mundo. Algunos pertenecen a museos y otros, a coleccionistas privados. La explicación de que no estén en Rusia la encontramos en la revolución bolchevique.
Durante la toma del poder por parte de los revolucionarios, la corte fue obligada a abandonar el palacio, dejando detrás todas sus pertenencias. Con el asesinato de toda la familia imperial ocurrido en 1918, todas sus pertenencias se nacionalizaron. En ese momento, Joseph Stalin, con el objetivo de atraer comercio internacional, vendió 14 de los Huevos de Fabergé.
En el mundo de las joyas, un Huevo de Fabergé tiene un inestimable valor, tanto que, quien encuentre alguno, se volverá millonario al instante. Estos famosos huevos son una de las colecciones más emblemáticas de Europa y del mundo.