La otra gripe asiática
En 1957 ocasionó un millón de muertes
El coronavirus nos alarma. Imparable, cada día alcanza un país nuevo. Nos enteramos de cada novedad en directo, de inmediato. Las redes sociales y la tecnología nos lo permiten. ¿Cómo habría sido hace 60 años? Lo sabemos, pues en 1957, apareció una epidemia en China. La otra gripe asiática, que generó más de un millón de muertes.
Una nueva influenza
La Guerra de Corea era reciente. Y emergió entonces un nuevo virus de la influenza A (H2N2) procedente de Asia. La epidemia se reportó por primera vez en la provincia de Yunán, en el sureste de China. Fue producto de la mutación de un virus común en patos silvestres que se cruzó con una cepa que afecta a los humanos. Sucedió en febrero de 1957. Alcanzó Hong Kong en abril, y se expandió rápidamente hacia Singapur, Taiwán y Japón en cuestión de dos meses. Las ciudades costeras de los Estados Unidos sufrieron sus consecuencias en verano. De Asia se extendió a la India y a Australia. En España entró por el norte del país, infectando a un tercio de sus habitantes.
Lo explica Santiago Grisolía en su libro «La gripe aviaria: un reto de salud pública». La pandemia afectó especialmente a niños, escolares, adolescentes y adultos jóvenes. Coincidió con el efecto de agrupamiento de la etapa escolar tras ese primer verano. Se registró uno de los picos más pronunciados de la epidemia en octubre de 1957. Entre enero y febrero de 1958, se produjo una segunda oleada pandémica que repercutió sobre todo en adultos.
Más de un millón
Se considera que el proceso para la reagrupación de genes tuvo probablemente como soporte biológico a los cerdos. La aparición de un nuevo subtipo de virus encontró gran facilidad para su difusión. Esto se debió a que la mayoría de la población no presentaba inmunidad frente a la variante.
La cantidad estimada de muertes fue de en torno a un millón cien mil personas a nivel mundial. 116.000 de ellas en los Estados Unidos. Los adelantos médicos permitieron identificar más rápidamente la pandemia y evitar que alcanzara la letalidad de la famosa gripe de 1918. En esa ocasión afectó al 40% de la población mundial. A impedirlo contribuyeron los antibióticos, como la penicilina y la estreptomicina, encargados de tratar complicaciones bacterianas y la rápida producción de vacunas.
Para aquel entonces, el virus de la gripe ya había sido cartografiado. La Organización Mundial de la Salud (OMS) diseñaba cada año una vacuna con antígenos de sus últimas variaciones. La mutación del virus aviario H2N2 obligó a la institución internacional a realizar una nueva en tiempo récord. En diciembre de 1957 se repartieron 34 millones de vacunas, pero gran parte de ellas no fueron utilizadas.
En cifras globales, la letalidad de la otra gripe asiática fue muy baja, pero su rápida expansión repercutió negativamente en la economía, y fue junto a la epidemia de 1918 la que registró un número mayor de muertos en el siglo pasado. En España, fallecieron por dicha dolencia unas 10.000 personas y enfermaron más de cuatro millones de habitantes.