La importancia del Principio de Rebus
¿Cómo propició la escritura y civilización?
Escribir es una innovación reciente. Nuestra especie ha existido durante unos 300.000 años. Pero si retrocedemos más allá de los 5 mil años, no hallaremos escritura. Todo se transmitía oralmente. Entonces, ¿cuándo empezó la escritura? ¿Cuándo la necesidad de hacer registros permanentes en forma visual? Aquí entra en juego la importancia del Principio de Rebus. Un elemento clave en el desarrollo de la civilización.
Los sumerios y la escritura en arcilla
Hace unos 5.000 años, los sumerios desarrollaron las primeras ciudades estado. La convivencia de decenas de miles de habitantes obligó a llevar cuentas a mayor escala. Recurrieron a lo que tenían a mano para anotar detalles que serían necesarios más tarde. Con estiletes de juncos o huesos presionaron arcilla húmeda. Creaban símbolos que representaban cantidades y pequeños dibujos estilizados. Solo representan productos básicos, como una espiga de cebada.
Pero el lenguaje contable es limitado. Para representar el vocabulario completo del pueblo sumerio se requeriría un salto conceptual clave. Ese salto gigante para la humanidad es el Principio de Rebus. Es la idea de que una imagen pueda representar más que el objeto mismo. ¿Para qué? No todas las cosas se pueden representar fácilmente con un dibujo. Por ejemplo, la palabra «hermosa». ¿Qué pictograma dibujarías para que todos entiendan que eso es lo que quieres decir?
Juntando sonidos
En sumerio, sheh-ga significa «hermosa». Pero, ¿cómo escribirlo? ¿Recuerdas esa espiga que indicaba cuánta cebada algún sumerio vendió o compró hace miles de años? En ese caso, el dibujo representaba el cereal. Pero la necesidad de comunicar conceptos impalpables llevó a separar la imagen de lo que simbolizaba. Y usarla también para representar el sonido de la palabra, en este caso «cebada», que en sumerio es sheh.
Así tienes la primera parte de la palabra ‘hermosa’. Si a ese pictograma le añades la imagen estilizada de la ubre de una vaca, que significa leche, oga en sumerio, das con la clave de la escritura.
Los jeroglíficos egipcios, que se desarrollaron en el mismo período, se basan en el mismo principio. Uno de muchísimos ejemplos está en la Paleta de Narmer. Es una placa de pizarra tallada hace casi 5 mil años. Presenta dos imágenes que parecen aleatorias; un bagre junto a un cincel. Solo cobran sentido con el Principio de Rebus.
Y es que la palabra egipcia para ‘bagre’ es nar. Y para ‘cincel’, mer. Juntas nos dan el sonido del nombre del victorioso faraón: Narmer. De hecho, el Rebus se encuentra detrás de todos los sistemas de escritura antiguos del mundo. El chino es una escritura basada en imágenes que usa el principio de Rebus. Lo mismo ocurre con el último gran sistema de escritura basado en imágenes: los glifos mayas. Las similitudes entre esos sistemas de escrituras desarrollados por culturas tan diversas y distantes son sorprendentes.
¿Puede realmente haber un origen común para toda la escritura? Para los científicos, lo que ocurrió fue algo natural. El Principio de Rebus fue inventado varias veces, ocurrió instintivamente más de una vez.
Las similitudes reflejan que no hubo un origen único. La creatividad humana hizo que la escritura floreciera del mismo modo en distintas culturas. La importancia del Principio de Rebus radica en esa universalidad atemporal.