La “Guerra de los huesos” de dos paleontólogos
Peleaban por descubrir dinosaurios
A finales del siglo XIX pocos habían escuchado la palabra dinosaurio. Fueron Othniel Charles Marsh y Edward Drinker Cope, los paleontólogos que cambiaron eso. Y de paso, tuvieron la peor disputa en la historia de la paleontología. Tanto así que se le llamó la “Guerra de los huesos”. Y propició el descubrimiento de más de 120 nuevas especies de dinosaurios en apenas tres décadas.
La historiadora Tracey Logan lo cuenta. Al comienzo, Cope y Marsh eran amigos y colaboradores. Cope invitó a Marsh a visitar su último proyecto: una excavación de fósiles en Nueva Jersey. Marsh procedió a sobornar al dueño de la cantera para que le enviara las mejores muestras a él. Así, en 1876 logró realizar un importante hallazgo que en realidad le correspondía hacer a Cope.
El inicio de la rivalidad
«Marsh dio el disparo inicial de la Guerra de los huesos», cuenta Logan. «Y desencadenó un duelo que duraría 30 años». Se cree que Marsh no confiaba en las capacidades de su colega, al que consideraba un amateur. Pero tal vez simplemente tenía celos profesionales.
El duelo académico entre Marsh y Cope tuvo como trasfondo el Viejo Oeste de EE.UU. La expansión continuaba hacia occidente. Y también la recolección de fósiles en lugares como Texas, Colorado y Wyoming. Era una tarea sumamente riesgosa, por los bandidos y el conflicto con los pueblos originarios. Y en medio, la pelea entre Marsh y Cope alcanzaba niveles salvajes. Había rumores de peleas a pedradas, de canteras que eran dinamitadas para evitar que el otro accediera a ellas.
Ambos científicos gastaron mucho tiempo y dinero atacando al otro. Desacreditaban sus obras científicas buscando arruinar la credibilidad de su rival. Utilizaron todo tipo de métodos para intentar dejar al otro sin financiación para sus proyectos. Incluyendo el sabotaje y la corrupción.
Cope utilizó el dinero de su rica familia cuáquera para financiar su prodigiosa publicación de trabajos. Marsh contó con el apoyo de su rico tío, George Peabody, quien fundó el Museo de Historia Natural de Yale.
Errores en la carrera
Esta prisa por acaparar descubrimientos los llevó a notables errores. Marsh anunció en junio de 1877 que había descubierto un nuevo y gigante dinosaurio. Lo llamó Titanosaurio, sin darse cuenta de que ese nombre ya había sido tomado. Más tarde, lo rebautizó como Atlantosaurio.
Sin embargo, entre los dos descubrieron muchas especies nuevas. El Diplodoco, el Triceratops y el Estegosaurio fueron hallados por Marsh. Y el Camarasauro fue descubierto por Cope.
Pero a pesar de su buena fortuna, Marsh sufrió un gran traspié con su descubrimiento más famoso: el Brontosaurio. En 1877, Marsh descubrió los restos de uno de los animales más grandes que han existido en la Tierra. Lo llamó Apatosaurio, y fue el primer gran saurópodo hallado en el mundo. Dos años más tarde descubrió otra familia de dinosaurios gigantes a los que llamó Brontosaurios. Dijo que eran especies distintas. En 1903 hubo otro hallazgo de otro esqueleto similar al del Apatosaurio y el Brontosaurio. Los científicos confirmaron que en realidad ambas especies pertenecían a la misma familia.
Así, el icónico Brontosaurio perdió su nombre, y pasó a llamarse Apatosaurio excelsus. Pero la cultura popular nunca dejó de usar el nombre Brontosaurio. no termina allí. En 2015 se hizo un minucioso estudio realizado por científicos de la Nueva Universidad de Lisboa, en Portugal. Determinaron que Marsh había estado en lo cierto. El Brontosaurio fue nuevamente reconocido como una especie diferente al Apatosaurio.
La cabeza que no era
Hubo otro error corregido mucho después. Marsh encontró los restos del Brontosaurio mezclados con fósiles de un Camarasauro. Por accidente, colocó el cráneo de un Camarosauro en el esqueleto del Brontosaurio. Este error recién fue advertido y corregido en la década de 1970. Marsh se hubiera revolcado en su tumba si supiera.
Si bien Marsh ganó la «Guerra de los Huesos» en términos de dinosaurios, Cope tuvo la mayor influencia en términos de biología evolutiva en general. Sus numerosos estudios sentaron las bases de la paleontología moderna. Digamos, entonces, que fue un empate técnico.